lunes, 25 de agosto de 2008

Literatura chilena al día


Los cuentos de Pepe

El escritor, periodista, dibujante y humorista gráfico, José Gai, acaba de publicar su nueva obra “El Veinte”, integrada por once relatos, entre ellos el que da el nombre al libro, como también “Lección de dibujo" que fue entregado como un adelanto en este blog hace unos meses.

La publicación (Tajamar ediciones, 141 páginas) se suma a la reciente novela del mismo autor, “Las Manos al Fuego” (un artículo acerca de ella puede también encontrarse en este blog), catalogada por la crítica especializada como la mejor novela negra escrita en Chile en los últimos años.

Los cuentos del “Pepe”, como cariñosamente le llaman los amigos de su cofradía, representan un conjunto de relatos muy entretenidos, pero a la vez profundos, sincronizados con nuestra realidad reciente y aderezados con una ficción-realismo altamente imaginativo.

He aquí un par de críticas de medios chilenos para “El Veinte”

ARTEMIO ECHEGOYEN, "LA NACION"


Misteriosamente, el anterior libro de ficción de José Gai (periodista, pintor, ilustrador) es una novela titulada "Las manos al fuego", y el cerebro del lector aprieta la neurona que almacena el título "Gracias por el fuego", de Mario Benedetti; asimismo, en este volumen de cuentos "El veinte" (que tenemos entre las manos) el primer relato se llama "El mejor puntero izquierdo del mundo", y el cerebro lector modula: "Puntero izquierdo", cuento de Benedetti. Cualquiera sea el vínculo de la poética narrativa de Gai con la del ya anciano autor uruguayo (poeta mediocre y buen cuentista), "El veinte" revela una prosa no sólo segura y bien terminada, precisa. "Siempre fuimos escasos los zurdos", comienza el cuento aludido de Gai, para más adelante decir, el protagonista, que él nunca se ha quejado de "esos derechos que se ganan la vida usurpando la banda izquierda". Fatalidad y lucidez, como corresponde a una voz que será capaz de narrar su propia muerte, o, mejor dicho, los instantes previos: si narra está vivo.
La narrativa chilena no ha fallecido aún: Gai nos alegra, aunque más no fuera porque escribe bien y con soltura, cualquiera sea el tema. La fatalidad mencionada es una marca aquí de los personajes, pero ¿acaso no es el caso de todo personaje literario? Un desafío de este libro es descubrir por qué son buenos estos cuentos que describen, por ejemplo, un incesto político: la mujer desangelada y de pequeñas tetas que periódicamente acude al taller de su cuñado para ser poseída por él, pese a que el súper ego le indica que please, non plus ultra, y el corazón del ganoso cuñado está a punto de fallar, más allá de sus borrosos sentimientos. Es que la cópula incestuosa política (sin vínculos de sangre directa) es, dicen los que saben, el non plus ultra, y "Jueves de Lourdes" agrega a ello el simulacro del fervor religioso y la evidencia oculta de que existen submundos sexuales bajo el suelo de toda familia chilena.
Hay espejos en que la familia chilena se contempla, aun sin admitirlo, y sin percibir sus trizaduras. En el cuento "El veinte" (titulante del libro) alguien romperá un espejo, simbólicamente; alguien a quien una mujer del futuro acusa de haber torturado a su marido, y es que los descendientes son especulares del rostro de los abuelos. ¿O es al revés? El género de ese cuento podría ser un "futurismo moral", una indagación poética de la culpabilidad. O de la identidad, algo que perturba también, tranquilamente, al narrador de "Un señor de respeto". Buenos cuentos.

MARCELO SOTO, REVISTA "CAPITAL"

Gai es un pájaro raro de la literatura chilena. No pertenece ni a la vieja “nueva narrativa”, ni a la actual generación post Bolaño. Quizá por lo mismo ha quedado un poco a la deriva, sin gozar del reconocimiento que se le otorga a otros nombres con menos méritos.
El veinte tiene la virtud de la diversidad, fuera de estar cruzado de un ánimo ligero, pero para nada grave, que se agradece en estos tiempos. Gai aborda diversos géneros con soltura, desde el relato policial al costumbrismo, desde el realismo sucio a la ciencia ficción.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Aunque se ganó el cielo
Carmen Lazo no descansa en paz…


En dónde esté, “La Negra” seguirá batallando para construir un mundo mejor, defendiendo a los desposeídos y explotados, luchando por los derechos de los trabajadores y combatiendo la injusticia, la desigualdad y la corrupción

Un fulminante paro cardiorrespiratorio terminó con la vida de Carmen Lazo el pasado lunes 18 (agosto), cuando “La Negra” regresaba de una actividad de su querido Partido Socialista desde la ciudad de La Serena.
La dirigente, nacida en el complejo minero de Chuquicamata, destacada por su espíritu combativo y diputada durante tres períodos parlamentarios antes de la dictadura de Augusto Pinochet (1973- 1990), fue velada en la sede central del Partido Socialista, en el centro de Santiago y posteriormente fue trasladada al edificio en donde funcionó el Congreso antes del advenimiento de la dictadura militar.
Al momento de su deceso Carmen era integrante del Comité Central de su partido. Sus camaradas, como también sus enemigos, reconocían en ella su incansable alma de luchadora. Esa lucha la libró consigo misma. Desde muy joven trabajó, estudió y sirvió fielmente a su partido. Logró el grado de Bachiller en Letras, con una especialización en Seguridad Social que estudió en México. “La Negra” entró al Partido Socialista en 1933, cuando tenía 13 años, y en 1943 fue por primera vez candidata a un cargo de representación popular, siendo elegida regidora por Santiago.
En 1973 Carmen lazo cumplía su tercer período parlamentario cuando Pinochet derrocó el gobierno democrático de Salvador Allende y se exilió en Venezuela, país en el que permaneció durante catorce años. Actualmente era integrante del Comité Central del Partido Socialista.
La Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, asistió el velatorio para entregar sus condolencias a la familia de la ex diputada. Emocionada dijo: "Hoy se fue otra gran luchadora. En pocos días hemos perdido a Juan Bustos y ahora a Carmen Lazo. Eran dos personas consecuentes durante toda una vida de servicio a los demás”.

RECONOCIMIENTO UNIVERSAL

El senador demócrata cristiano Eduardo Frei concurrió también al velatorio y expresó su pesar y su reconocimiento:"Yo lo que más quiero destacar es lo mismo que pasó cuando murió Juan Bustos. Cuando uno escucha hoy la opinión de los ciudadanos y ésta verdadera fobia que se ha desatado para decir que todos los políticos son corruptos y ladrones. Pero resulta que mueren estos destacados servidores públicos trabajando, luchando y con una vida muy austera, muy sencilla, de mucho esfuerzo. Es una demostración clara de que el servicio público en Chile tiene esa alta calidad y eso hay que preservarlo" indicó.
Frei agregó que "por eso cuidemos las palabras, cuidemos las calificaciones y no andemos insultando y descalificando a diestra y siniestra". El ex Presidente de la República señaló también que "Carmen Lazo fue una mujer luchadora y que trabajó hasta el último día dedicada a sus temas. La vimos en el Congreso, nos acompañó en las campañas presidenciales. La vimos en tantos lugares siempre con alegría, con entusiasmo. Entonces hay que respetar a las personas que hacen servicio público y que llevan una vida austera y que definitivamente no son corruptos como se hace creer a todo el mundo hoy día. Aquí hay una demostración clara de que ella trabajaba por su país, por su gente, por sus amigos, por sus militantes", concluyó.

Mientras, la diputada Partido Socialista, Isabel Allende, hija de Salvador Allende, lamentó el fallecimiento de la ex diputada Carmen Lazo, y destacó el vigor y vitalidad que tuvo hasta los últimos días de vida.
"De una fuerza de un compromiso en lo que creía, en lo que sentía, con una vitalidad increíble, yo la estoy viendo la última vez en el ex Congreso Nacional en los momentos que estábamos velando a Juan Bustos", Agregó.
"A uno siempre le impresionaba la disposición de Carmen de parar todas las peleas, de presentarse de candidata, de recorrer todo el país, de estar en la comisión de solidaridad, de hablar con los compañeros", señaló Allende.

"LA VAMOS A ECHAR DE MENOS".

El secretario General y diputado del PS, Marcelo Schilling, también resaltó la fuerza que representaba a Carmen Lazo y del golpe que significo su fallecimiento.
"Estaba completamente sana, incluso yo había tratado de persuadirla de que fuera candidata a concejal nuestra por la comuna de Santiago, nos habría dado una gran votación, pero ella me dijo que no estaba en condiciones de aceptar ahora".
Además del fallecimiento de la ex diputada Lazo, el diputado recordó también el deceso de Juan Bustos, otra figura del Partido Socialista que pereció hace algunos días.
"Son las dos pérdida muy dolorosas, eran distinguidos militantes, gente muy respetada por la sociedad chilena, por sus sectores populares y además gente que ayudaba con su buen espíritu a la camaradería interna, así que los vamos a echar de menos a ambos", indicó el parlamentario.
Al despedirla en el Cementerio General, su nieta, María Teresa López dijo: "Hoy la estamos sembrando y las nuevas generaciones sabrán recoger sus frutos, porque los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos".

viernes, 8 de agosto de 2008

El Atleta de Los Andes


De cómo el moreno niño de Maipú

se convirtió en el dios de los "blancos"...

Por Freddys Pradena,
desde España

El fútbol es el juego de los niños pobres de América del Sur. Eso es algo que repiten, con mucha razón, los cronistas deportivos europeos cuando hablan de los orígenes de figuras del balompié, especialmente las nacidas en Argentina o Brasil.
Chile no podía ser la excepción.
En un barrio marginal de una comuna aledaña a Santiago, llamada Maipú (nombre mapuche), no hace muchos años corría por sus calles de tierra un niño moreno y flaco. El muchachito divertía a los vecinos con su habilidad para jugar a la pelota. Pero llamaba la atención de quienes sabían algo del popular deporte, porque a su inagotable entusiasmo agregaba también la inteligencia.
Esos talentos se acrecentaron en su adolescencia y lo condujeron a jugar en algunos clubes profesionales de provincia. Pero tras una serie de rebotes le llegó su gran oportunidad. Fue contratado el club más poderoso y famoso de Europa.
Al principio nadie le quería, ni siquiera sus compañeros. Siempre ha existido un sutil desprecio en Europa hacia lo sudamericano Esta vez no fue la excepción, mas cuando el rostro del personaje dejaba en claro su origen “sudaca”, como despectivamente llaman los españoles a los originarios de sus ex colonias. Y no hay peor astilla que la del mismo palo, el entrenador, pese a ser argentino, por alguna razón escondida al principio también lo marginó considerándolo reserva de reserva…
Se repetía el cuento del patito feo.
Para poder triunfar no sólo hay que ser bueno, se tiene que ser el mejor. Entonces se propuso la lucha que le dictaron sus genes: Entrenar, trabajar, ocultar lesiones, hacer bien lo que sabe hacer y callar.
Tras “doblarle la mano” al porfiado técnico y convertirse en titular, finalmente su consagración llegó la noche mágica del sábado 3 de junio de 1995.
El estadio de la capital estaba a punto de reventar. Ya no cabía un alfiler. 110 mil personas y todas las cámaras de televisión del mundo presentes. Se jugaba la final del campeonato de la Liga de las Estrellas, como lo dicen pomposamente en la Península con el fin de intentar opacar a las del resto de Europa.
El primer gol fue anotado por el equipo local. La gente aullaba de contenta, si se mantenía ese marcador serían campeones. Así terminó el primer tiempo.
Comenzó la segunda parte. Los visitantes, un equipo de Galicia, empezó a jugar muy bien y a eso de la mitad del segundo período, logró el gol del empate. El estadio enmudeció y los fantasmas de un fracaso se hicieron presentes. Automáticamente sobrevino el amargo recuerdo de cuatro años precedentes sin ganar el título máximo, en especial el del año anterior, que se escabulló en el último partido.
El nerviosismo se reflejaba en los jugadores que comenzaron a mostrar flaquezas. Mejorar el nivel de juego parecía imposible. El otro equipo estaba conciente de aquello y apretaba cada vez. El miedo podía masticarse en las tribunas y entre los jugadores locales, pero no para el jugador chileno. Sólo faltan cuatro minutos para que finalizara la brega. Un cantabro, quien a la postre se constituyó en su mejor amigo, envió un pase largo y alto, pero muy bien dirigido al chileno. Este, sobre la carrera, realizó un espléndido y difícil “control dirigido” con el pecho impulsando la pelota hacia adelante. Pareció que el reloj se detenía. Tiempo suficiente para pensar en esos niños de Chile, de Perú o de Bolivia, que quizás a estas horas, con sus caras sucias, estaban pegados a alguna vitrina de comercio mirando por televisión la gran final española.
El atleta andino avanzó veloz, con fuerza y dejó atrás al defensa adversario. No pudo ser de otra manera, es hijo de esos atletas indígenas que corrían sin descanso cientos de kilómetros por los Andes. Miró a la portería y se preparó para golpear la pelota. Hubo tiempo para entender lo que hacía. Hubo tiempo para que los millones de sudamericanos que estaban en este momento personificados él aunaran sus fuerzas mentales. Todos estaban pensando en lo mismo.
Y entonces soltó un disparo letal con su derecha, como un latigazo. Fue una patada impresionante, con fuerza y rabia. Había tanta razón para patear con ira. La pelota salió disparada como un misil.
El portero alcanzó a ver el balón y se lanzó intentando detenerlo, logró tomar contacto con el esférico, pero era tal la fuerza que llevaba, que su mano se dobló y sucumbió ante la potencia, sólo alcanzó a desviar un poco la trayectoria, pero no lo suficiente. El balón dio en la parte inferior del travesaño y se metió en la portería. Fue el gol del campeonato. El gol que sólo en los sueños se pude anotar.
Como en los cuentos fantásticos y como por arte de magia, el atleta de piel morena, de rostro inconfundible, se transformó entonces el Dios de los “blancos” (nunca mejor dicho), por lo menos por esa noche. La noche más hermosa para nosotros, los morenitos del otro lado del “charco”.
Los niños pobres de América sumaron desde entonces a los guerreros de la Araucanía otro mito y una leyenda deportiva.

F.P.







Alejandro Aura ha partido:
El adiós
de un luchador

El artista mexicano Alejandro Aura dejó este mundo el pasado 30 de julio a los 64 años en Madrid, España, víctima del letal cáncer. Como un eco resuena su palabra en su aún vigente blog en donde escribía y grababa su voz a diario (www.alejandroaura.com).
Poeta, dramaturgo, actor de teatro y de cine, ensayista, director de teatro, guionista en programas de radio y televisión, multitalento, multicorazón y multiluchador por la cultura popular, especialmente la mexicana, Aura no puede pasar -ni pasará- inadvertido para las huestes de los defensores de las letras y las artes. La Feria del Libro, que se llevará a cabo del 23 al 31 del presente mes de agosto en la Plaza de Armas de Zacatecas, ha sido organizada como un homenaje póstumo a quien terminara sus días como director del Instituto Mexicano de Cultura en España.
Entre sus obras premiadas figuran “Los exaltados” (fue galardornado por la mejor co actuación); en “Los Totales” fue distinguido como mejor director y en “El Retablo” como mejor actor. Su creación literaria incluyó diversos géneros, como el cuento, teatro y poesía. Algunos de sus más conocidos títulos son: “Los balos de Celesta”, “La historia de Nápoles”, “La hora íntima de Agustín Lara” y “El otro lado”. De su producción poética se editaron varios libros. Mencionamos algunos: “Cinco veces la flor”, “Varios desnudos y dos docenas de naturalezas muertas”, “Volver a Casa”, “Hemisferio sur”, “La Patria Vieja”, entre otros.

Horas antes de su muerte publicó en su blog su adiós…


DESPEDIDA
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente?

Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear
con sus mejillas de arrebolados maquillajes.

El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.

Nos vamos.
Hago una caravana a las personas que estoy echando ya tanto de menos,
y digo adiós...