domingo, 27 de febrero de 2011

Homenaje a José Iturriaga


”El alma del Mexicano esta hecha de arquitecturas.”
"Piedra en la piedra, el hombre, donde estuvo"?
Pablo Neruda, Canto General

Por Marcia Campos

Es de esperar que cuando muere un gran hombre se reúna una multitud de deudos, los consanguíneos, los discípulos, los agradecidos, los oficiales, en suma, todos los que fueron tocados por la vida del gran hombre que se ha ido. Frente a la suprema autoridad de la irreversible partida, cada cual trae un fragmento de memoria a las ceremonias de la despedida. Al poco andar, son tantas las obras y tantas las semblanzas, que tal pareciera que la partida no es de uno sino de muchos hombres, y una situación de estupor flota en el ambiente. Así sucede con la partida de Don José Iturriaga Sauco, sabio, diplomático, amigo y maestro. Pero hay algo aún más extraordinario en esta súbita ausencia. Tanto nos habíamos acostumbrado a su larga vida y a su mente prodigiosa, que no contábamos con su muerte y los sorprendidos nos quedamos cortos de palabras para explicar a las nuevas generaciones, las que ya llegaron y las que van a llegar, la esencial importancia de la vida de Don José Iturriaga, personaje primerisimo de la historia contemporánea de México y miembro central de la inteligencia del Siglo Veinte.

La suma de los cargos y los títulos no describen al hombre. El todo es mucho más grande que la suma de sus partes. Estar en presencia de José Iturriaga siempre fue un evento al que se llegaba con la expectativa de quien va a disfrutar un espectáculo mayor, una experiencia original e irrepetible. Fue un artista conceptual y un mago del lenguaje. Nos asombraba cada vez a nosotros , simples mortales, aprendices, mostrándonos universos escondidos a la razón. Sacaba de la manga datos olvidados en viejos archivos escondidos, piezas exactas, que daban justo en el clavo para explicar la historia contemporánea. Jugaba Don José y disfrutaba jugando los juegos de la razón y el entendimiento haciéndonos cruzar a un mundo más rico, más amplio, ilimitado en perspectivas. Cuánto gozo hubo en esas tertulias que hoy flotan en el ambiente del espacio José Iturriaga preservado por su dignísima y merecida hija Yuriria, en la que fue su biblioteca prodigiosa de Coyoacán, hoy Veracruzana . Es posible que tambien flote allí, en ese espacio, el espíritu de su amigo Pablo Neruda, santo patrono de la poesía universal, exiliado y, co-conspirador en la alegría y en la defensa del vasto país latinoamericano. Cuanta vida hay flotando en el aire de la casona de Coyoacán compartida con su esposa Eugenia de la Fuente, hija de Constituyente y madre de sus hijos, Renato, Yuriria, Jose Narciso y Gabriel. Si pudiéramos volver el tiempo atrás cuántos magníficos del México revolucionario encontraríamos entre esas paredes.

Hace dos años tuve el privilegio de visitarlo. Mi encuentro con el gran hombre se produjo en el contexto de mi participación en la Conferencia de Naciones Unidas por la Paz, Desarme y Desarrollo que se llevo a cabo en la Ciudad de México en Septiembre, del año 2009. Le pedí su apoyo para la campaña por la paz de los Hibakushas, los sobrevivientes del holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Los Hibakushas, ya ancianos, le piden al mundo que recapacite y la tragedia nuclear sea abolida para siempre de la faz de la tierra. Hace mucho tiempo, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, Don José Iturriaga empezó a trabajar junto a los alcaldes de Venecia y Florencia para evitar que las ciudades vuelvan a ser blanco bélico. Hablamos de cuánto esa experiencia de la post guerra inspiró su contribución al rescate del Centro Histórico, un concepto suyo que hoy tiene validez a nivel mundial. La destrucción de la población civil es inmoral e inaceptable en cualquier conflicto armado, pero más allá de la destrucción fisica se encuentra la aniquilación de la identidad de un pueblo. Fue allí donde el maestro me dijo: “El alma del Mexicano esta hecha de arquitecturas”. Y fue allí cuando entendí el origen de la pasión de Don José Iturriga para preservar el Centro Histórico de la Ciudad de México En esa la batalla él buscó preservar el alma de los mexicanos y su identidad amenazada desde siempre por rapaces intereses foráneos.

Las naciones primeras son propietarias de títulos alodiales sobre la tierra. Se asientan sobre terrenos sin dueños previos. Su titularidad es la primera, fundacional. Así fue la vida de Don José Iturriaga.
Asesoró a presidentes sin ser cientista político, fue de remotos países respetado sin necesidad de credenciales diplomáticas, dio cátedra sin ser catedrático. Fue una institución en sí mismo, una enciclopedia viviente sin antecedentes, que no se volverá a repetir.
Se le despidió muchas veces y con rango de hombre ilustre; en Bellas Artes, en el Colegio de San Ildefonso y, finalmente, el Centro Histórico lo vio partir para siempre con el ciudadano común como testigo. Entró en la eternidad por la puerta de honor y a su manera. Bien por México. Ojalá que nunca se le olvide.

Marcia Campos
California, Febrero, 2011

viernes, 25 de febrero de 2011

NUEVA LEY MALDITA: CRÍMENES ESTATALES PARA ROBAR

por José G. Martínez Fernández.

La siniestra dictadura chilena no sólo persiguió asesinar a opositores, sino que se apoderó de sus bienes. Pero ello no les bastó. Hasta gente de pensamiento contraria a la Unidad Popular fue víctima. Hoy la Derecha y la Concertación unidas NADA HACEN en favor de esas víctimas. Y mantienen una nueva LEY MALDITA.

Si la dictadura fllageló y mató no sólo lo hizo por perseguir el ideario y la lucha de muchas personas, sino que su fin era quitarles sus bienes. Por ello hay algunos liberales y otra gente contraria a la izquierda que también fueron aniquilados.
La miseria humana del tránsfuga Pinochet y sus piratas marcan el horror más grande de nuestra historia. Horror que posteriomente se avaló a través de los inútiles tribunales de "justicia" y de los políticos de la Alianza y la Concertación, ya que en esto no hay distancia.
Hay también quienes mataron, torturaron e invalidaron a personas por "gustito" personal. El "gustito" de los vampiros. El siguiente caso da cuenta de un solo hecho de ese tipo:
Un joven iquiqueño que festejó la "liberación de Chile" ese 11 de septiembre y muchos días después. Hasta que uno de los autores de ese 11 terminó bruscamente con su sueño de seguir siendo un joven como todos. Una noche en que iba a exceso de velocidad en su auto chocó con otro vehículo similar que era conducido en iguales condiciones. Bajándose ambos a increparse con rabia, el joven "ex-festejante" se encontró que el otro le enrostró su calidad de oficial de Ejército; siguiendo la discusión; el militar extrajo su revólver y baleó al joven. Éste quedó parapléjico. No sé en qué condiciones "legales" estará el vampiro, pero el repudio ciudadano es permanente.

Y hay casos en que los victimarios obviaron las cercanías personales que tenían con familiares de sus afectados por el "gustito" de enterrar a quien pensaba distinto y lo masacraban cómo a ellos les daba la gana: los verdugos no tenían amigos. Eran simples asesinos al servicio del Gran Criminal.

Este es el caso de una señora que el 11 de septiembre de 1973 puso en su departamento de Providencia la bandera nacional por la "liberación de Chile del comunismo". Cuando esa señora, simpatizante de Patria y Libertad, supo que su hijo, mirista, había sido fusilado en el norte, entró en un mundo que le mostró "la mentira de los propios". Viendo a Pablo Rodríguez le gritó -en la calle- ASESINO. Éste le dio mil respuestas. Unos meses después llegó a casa de la señora un documento que permitía cobrar una pensión por la muerte de su hijo. Ella fue hasta Rodríguez y le tiró el papel en su rostro, reiterándole que eran unos asesinos y que la vida de su hijo no tenía precio. Esto lo relató en uno de sus libros la fallecida periodista Patricia Verdugo.

Son sólo dos historias en que las víctimas habían tenido algo que ver con la "liberación de Chile de la rapiña comunista".

Hay muchas más de iguales y peores consecuencias en gente que aplaudió el Golpe que, después, les trajo tanto dolor a ellos mismos.
En algunos de los casos de asesinatos y de exilios que la dictadura impuso existió un marcado afán de lucro. Eso estaba por sobre cualquier ideología y cercanía familiar o de amistad.
En el espacio de las propiedades no sólo el Ministro Jaime Suárez -del gobierno de Allende- sufrió la perdida de su departamento, el que su hija vino a recuperar después de largos años de trámites.
Los crímenes cometidos por Pinochet no sólo persiguieron la brutal lógica de exterminar a los líderes y simpatizantes de la Unidad Popular, sino que mantenerlos ausentes, lejanos, para apoderarse de sus bienes. No es raro, por ello, que su yerno -Julio Ponce Lerou- se hiciera por pocos millones de pesos de la HACIENDA RUPANCO de SETENTA MIL HÉCTAREAS, la que después vendió, "gracias a su ojo comercial", en más de cien veces su precio...Pero, allá en Rupanco, ¿por sobre cuántos debió pasar la rapiña fascistoide para no encontrar oposición de los propietarios de porciones menores de tierras que, asesinados, encarcelados, torturados o exiliados, no pudieron defender lo que les pertenecía?

Hay tantos casos similares.
Jamás Bienes Nacionales, durante el régimen de Pinochet, hizo algo para terminar con la apropiación de bienes ajenos. Al contrario: la fomentó. Era obvio. El Ministro René Peri se comió las uñas para no afectar al yerno de su jefe; pero LO PEOR es que los cuatro Gobiernos, débiles, timoratos y cobardes de la Concertación, tampoco hicieron algo cuando retornó la democracia.
Peor: justificaron nuevos casos parecidos a éste favoreciéndose ellos mismos y a otros.
Y ahora Piñera y su Ministra Catalina Parot tampoco se pronuncian. Seguramente las águilas-cuervos de la Alianza han "marcado" propiedades que se pueden "sanear" y eso es más importante para ellos. Y el Congreso, ese circo aliancista-concertacionista, no cambia, no elimina la Ley Maldita de 1979... Intereses iguales los comprometen.

¿A nadie se le ha ocurrido irse a tomar el gran fundo -MÁS DE DOSCIENTAS MIL HÉCTAREAS- que Piñera tiene en la Isla Grande de Chiloé?
Ojalá ocurriera: ¡A ver qué haría el Gran Propietario de Chile!
Miles de propiedades fueron a parar a manos de delincuentes uniformados y civiles gracias a la "ausencia total" (muerte) y la "ausencia parcial" (exilio) de los perseguidos durante el régimen del criminal Pinochet.
Hoy sabemos de un caso impresionante. Impresionante por su brutalidad. Varias familias de Curacaví perdieron sus parcelas gracias al 11 de septiembre. Y lo peor: perdieron a miembros de ellas...por siempre.
La familia Barrera Barrera es una de las más afectadas. Otro dañado es el abogado Carlos Gatica Illanes.
Un sujeto de apellido Chenevey se enteró -gracias a uniformados y "sapos" de la dictadura- que existían "tierras abandonadas y algunas sin inscripción". Para obtener la posición de hecho, compró derechos de una parcela y así, mediante la mágica acción de un Conservador de Bienes Raíces, transformó su posesión de menos de cien héctareas en un fundo de más de 2.500 héctareas. ¡GRAN OBRA DEL CONSERVADOR!

Y no hay que olvidar lo que señalamos en el caso Suárez y otros. No era necesario que las propiedaddes no estuviesen inscriptas para apoderarse de ellas. Estando inscriptas por sus verdaderos dueños, IGUAL LAS INSCRIBÍAN A NOMBRE DE LOS USURPADORES. Gran trabajo de CONSERVADORES y NOTARIOS, serviles al dinero fácil y a los criminales fascitas.
Y don Augusto ni tonto ni perezozo hizo "legal" esto a través del famoso Decreto Ley número 2695 de 1979 que, aplicado por el Ministerio de Bienes Nacionales, siguió realizando ROBOS "LEGALES".
Pero Pinochet hizo "tan bello" su Decreto que sus secuaces fueron imitados por los de los cuatro gobiernos concertacionistas y sigue vigente con Piñera.
Lo singular de este Decreto es que JAMÁS SE APLICA A GRANDES EMPRESARIOS y a ALTOS MILITANTES DE LA ALIANZA y de LA CONCERTACIÓN...
Pero siendo propietarios menores o de gente sin poder SÍ SE APLICA, sean de izquierda, sean de derecha.
De los hermanos Barrera uno de ellos era simpatizante del P.S. Fue torturado por Carabineros de Curacaví y luego asesinado. Con su muerte era más fácil aplicar el ROBO DE SUS TIERRAS. Se llamaba José Guillermo Barrera.
Es decir los actuales dueños de las parcelas de los Barrera debieran saber que están sembrando en la tierra que le costó la vida a varias personas.

Ese caso se ha dado en muchas partes de Chile. Notarios, Conservadores, tribunales y los actores políticos antes señalados, son responsables de la pérdida de bienes inmuebles y muertes de muchas personas.
Porque si estos no son robos y crímenes...¿qué son?
El abogado Carlos Gatica mantuvo una ardua lucha en defensa de sus parcelas y las de sus amigos: la familia Barrera Barrera y otras.
Si hubiese habido justicia...QUE SE PARTA EL CIELO, y si no es así digamos con Víctor Hugo que LOS MISERABLES siguen apoderándose de lo ajeno y asesinando o causando la muerte por los problemas de salud que estos hechos causan a los afectados por robos de sus propiedades por culpa de la cáfila de inútiles que no legislan como corresponde y terminan con la Ley Maldita y no echan una limpieza al Poder Judicial para exterminar a los rateros que allí pululan.
Los asesinos de Barrera y demás agricultores son el oficial de Ejército Carlos Figueroa Silva y el de Carabineros Gerardo Aravena Longa.
Ambos crinimales fueron condenados a la pena de 16 años de cárcel en 2007.
El hermano de José Barrera, Víctor, señaló a PUNTO FINAL lo siguiente: "Nuestras tierras fueron usurpadas y hasta ahora no las hemos recuperado a pesar que tenemos los títulos y registros"
Y el abogado Carlos Gatica Illanes dijo a la misma revista: "Interpusimos una demanda civil, actualmente en trámite, e impugnamos el hecho de que el juzgado le haya dado en forma exclusiva una herencia de forma fraudulenta, omitiendo la existencia de los verdaderos herederos".

¿Acaso hay justicia en Chile? ¡Qué vergüenza!

José G. Martínez Fernández

FUENTES:
1.- Revista PUNTO FINAL, Santiago de Chile, abril de 2005. Investigación de ARNALDO PÉREZ GUERRA.
2.- Algunos sitios en Internet.

miércoles, 16 de febrero de 2011

El Supremo rechaza revisar la condena a muerte de Miguel Hernández, pero reconoce su injusticia

El alto tribunal estima que la ley de Memoria Histórica ya declara la ilegitimidad de las condenas producidas por motivos políticos e ideológicos
J. M. LÁZARO - Madrid - 16/02/2011
Publicado en el diario El País de España.

La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo ha denegado la revisión de la sentencia del consejo de guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández, pena luego conmutada por la de 30 años de reclusión. Miguel Hernández falleció en prisión en 1942.
El Pleno de la Sala de lo Militar ha concluido la deliberación a primera hora de esta tarde y ha denegado la autorización a la familia del poeta para interponer recurso extraordinario de Revisión, frente a la sentencia de fecha 18 de enero de 1940, dictada por el Consejo de Guerra Permanente número 5 de Madrid contra Miguel Hernández, como autor de un delito de Adhesión a la Rebelión previsto en el artículo 238.2º del Código de Justicia Militar del año 1890. La Sala ha acordado denegar la interposición del recurso por inexistencia de los presupuestos del mismo, "según lo dispuesto en la ley de Memoria Histórica", dado que dicha condena producida por motivos políticos e ideológicos ha sido reconocida por esta ley como radicalmente injusta, y declarada su ilegitimidad por vicios de fondo y forma, careciendo actualmente de vigencia jurídica.
El Supremo ya había rechazado recursos similares, como sucedió con el de la familia de Salvador Puig Antich, el penúltimo ejecutado a garrote vil del franquismo, con el argumento de que los consejos de guerra aplicaban el derecho vigente. Por ello, los descendientes de Miguel Hernández no se ciñeron a la "ilegitimidad" que declara la ley de Memoria Histórica y presentaron una carta que exculpaba a Miguel Hernández escrita por el jefe de Falange de Valencia que no fue tenida en cuenta en el primer proceso contra el poeta. Su estrategia no ha tenido resultado.


Versos para Cantar
Por Joan Manuel Serrat
para el diario El País de España
No toda la poesía vale para ser cantada.
Cierto que a todo se le puede poner música y que todo puede ser cantado, desde la guía telefónica hasta el manual de instrucciones de un lavavajillas, pero es dudoso que textos de este calado alcancen a conmover a un auditorio como se espera de una buena canción.
Por lo general y salvo excepciones, una buena letra de canción tiene una estructura, un ritmo, una rima, un murmullo que la mece y la transporta mansamente hasta el oído, donde un argumentario manejado con sensibilidad se encargará de acercarla al corazón.
Luego está la música, pero eso ya es otro cantar.
No toda la poesía vale para ser cantada, ni todos los poetas sirven para escribir canciones.
A lo largo de más de cuarenta años de dedicarme a este oficio y de haberlo intentando de maneras varias, incluyendo tentativas de colaboración con plumas contrastadas y brillantes, en alguna ocasión me sorprendió la simpleza de los textos con la que algún reconocido hombre de letras respondió a mis requerimientos de escribir canciones en complicidad. Quizá el vate, convencido de antemano de que la canción popular no pasa de ser un arte menor mas cercano al alfarero que al escultor, cayó en el pecado que denunciaba Antonio Machado: despreciar cuanto se ignora, aunque también cabe la posibilidad de que el buen hombre no supiera hacerlo mejor. Bien sea por lo uno o por lo otro, mi experiencia me reafirma en que de la misma manera que detrás de un buen autor de canciones no hay necesariamente un buen poeta, tampoco al revés o viceversa.
Afortunadamente, también existen García Lorca y Rafael de León y Manolo Vázquez Montalbán y Mario Benedetti, por citar algunos magníficos letristas de canciones por derecho y, al tiempo, buenos poetas como muestra de que entre poesía y canción no media una frontera clara.
A este grupo de poetas manifiestamente musicales corresponde Miguel Hernández. Versos de rima clara y cadencioso ritmo que vienen de fábrica con la música puesta. Poesía escrita para ser cantada.
La mejor prueba de ello es que somos muchos los que con más o menos acierto, con mayor o menor fortuna, nos hemos atrevido a musicar y cantar sus versos, y diría yo que con el beneplácito del autor.
No me parece a mí que se le hubieran caído los anillos escuchando sus versos hechos canción a quien en el prólogo de Viento del pueblo insiste en que los poetas debían estar en el aire y pasar soplados a través de todos los poros. Probablemente no hubiese estado de acuerdo con muchas de las músicas con las que unos y otros hemos envuelto sus poemas, pero sin duda no le hubiera resultado ajena la peripecia.
De hecho, en vida del poeta, Lan Adomian, judío neoyorquino nacido en Ucrania integrante de la Brigada Lincoln, les puso música a algunos de sus poemas con su visto bueno y activa complicidad, y se sabe que trabajó en un himno oficial para la II República que debería haber sustituido al de Riego.
Si no le hubiera gustado que sus poemas olieran a canción, no existiría una Canción del esposo soldado, ni una Canción primera, ni una Canción última.
Titular un libro como: Cancionero y Romancero de ausencias indica claramente que concebía esos versos como algo coral, musical y compartido.
Buena parte de sus obras de teatro incluyen pasajes explícitamente escritos como canciones en los que, junto a otras acotaciones, se indican los instrumentos que debían acompañarlos y donde coros como los de vendimiadoras y vendimiadores de El labrador de más aire recuerdan a los que suelen gastarse en las zarzuelas.
Otro ejemplo son las conocidas Nanas de la cebolla, escritas como seguidillas y que envía a su mujer diciéndole: “Ahí te mando coplillas.
Quien ensayó todo un abanico poético, desde la octava real hasta el soneto y el alejandrino, termina apostando por canciones al modo popular.
Como Miguel Hernández, creo en el placer de cantar, de cantar por el gusto de cantar, así como también creo que la canción es un buen modo de difundir la voz de los poetas, aunque confieso que ésa no ha sido nunca la razón que me ha movido a ponerles música. Si algo me ha llevado a hacerlo ha sido el descubrir en versos ajenos aquello que yo quería decir y de la manera en que el otro lo dijo. El resultado de toparme con versos que cantan y que me hicieron cantar con ellos. Es difícil sustraerse a la simpatía que genera ese hombre que, como dice José Agustín Goytisolo: “Nace, escribe, muere desamparado”, pero, por encima del cariño a la persona y al ideario de Miguel Hernández, han sido la contundencia de su poesía, su vigencia y sobre todo su musicalidad las que me ha empujado a proponer una segunda entrega de sus versos hechos canciones, que, bajo el título de Hijo de la luz y de la sombra, supone una prolongación y también un complemento del trabajo que apareció en 1972.
Aventando sus versos, redondos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí, me uno a la celebración del centenario de su nacimiento y rindo un fraternal homenaje al poeta, al niño cabrero, al amigo desgajado, al amante exiliado, al padre huérfano, a la víctima de las cárceles de la dictadura, al hombre que cada vez que colgaba al sol los sueños, la vida le dejaba carbón, pero también me rindo homenaje a mí y a todos y cada uno de nosotros.
Joan Manuel Serrat

martes, 15 de febrero de 2011

CUANDO EL NORTE DE CHILE QUISO SER INDEPENDIENTE

por José G. Martínez Fernández.

Hace 80 años, en Antofagasta, el Norte grande de Chile aspiró a la separación del Estado chileno. Una década antes, cuando se discutía el plebiscito de si Arica pasaría a manos del Perú o de Chile, dicen que existió un pequeño movimiento separatista en Arica. Cuando pasó lo de Antofagasta también se encendían los ánimos en el norte argentino, en partes de Bolivia y de Brasil.
Fue casi una caldera Antofagasta en 1932. Allí se produjo un intento separatista que intentó desligar al Norte Grande de Chile del resto del país.
Clandestinamente se trabajó bastante para un entendimiento entre el norte chileno con las provincias, también nortinas, de Argentina y algunas de Bolivia y con una mínima parte brasileña. Se pensaba que unidas estas zonas podrían formar un nuevo Estado, el que tendría una gran capacidad productora. En esa tarea se desplegaron agentes separatistas en todas las regiones señaladas.
Aunque la mayoría de los nortinos no eran partidarios de lo que ellos consideraban una utopía, otros soñaban con el nuevo Estado y ello tenía en ascuas a los habitantes antofagastinos y nortinos que no sabían a qué atenerse. Al fin de cuentas el movimiento era fuerte ya que contaba con el apoyo de parte del ejército de esa zona. Por ende tenía un poder interesante. Comité Civilista de Antofagasta se llamó la Agrupación que solicitaba la expulsión de un alto número de la oficialidad militar de esa ciudad.
Las razones de las molestias en ella radicarían en la falta de preocupación por la ciudad de parte de los gobiernos que, entonces, se habían sucedido constantemente. El centralismo de que Antofagasta se sentía víctima era una cosa muy viva también en Concepción y en varios otros puntos de Chile.
A la inversa había ocurrido en Arica, cuando ésta, bajo la dirección de Chile, era disputada por este país y por Perú. Eso en los años 20, los cercanos al bullado plebiscito. La diferencia radicaba que los separatistas locales eran muy pocos. Casi contados con los dedos de una mano. Basado en ese hecho yo he escrito una novela, LA INDEPENDENCIA DE ARICA, inconclusa aún, que relata verdades y ficciones. Impresionantes hechos que tocan el corazón y la imaginación.
Buenos y malos personajes, nombres reales e inventados están allí.
Pero volvamos a lo de Antofagasta.
Allá se planteaba que, desde Santiago, se resolvían todas las cuestiones ajenas a ellos y que el norte de Chile sufría por ello. Lo mismo pasaría en zonas de Argentina, Bolivia y Brasil.
El Ejército participaba con fuerza. Era tan importante esto que a 22 oficiales –generales y coroneles- se les pidió su salida.
Fue tan fuerte este movimiento que el general Bartolomé Blanche renunció a la Vicepresidencia de la República y dejó el Gobierno en manos del presidente de la Corte Suprema: Abraham Oyanedel.
Blanche había sucedido en el Gobierno a Carlos Dávila y se había transformado en Presidente Provisional de Chile.
La sublevación militar de Antofagasta –sumada a la de Concepción- era un peso enorme sobre sí. Mucho faltó para que el Norte de Chile fuese una República Independiente.
José G. Martínez Fernández