martes, 18 de marzo de 2014

PARA QUE NO ME OLVIDES

Por José G. Martínez Fernández.

PARA QUE NO ME OLVIDES es el primer verso de un famoso poema del mismo nombre del bardo chileno Óscar Castro Zúñiga, quien naciera  el 25 de marzo de 1910 en la ciudad de Rancagua, Región del Libertador Bernardo O'Higgins, y muriera el 1 de noviembre de 1947. 
Sólo 37 años vivió este gran hombre.
Cementerio de Rancagua, calle Óscar Castro, casi al final de la misma está sepultado el personaje que da nombre a esa calle. 
Allí permaneció solitario.
En un espacio de tierra yace el bardo que escribió poemas a los que les pusieron música y tuvieron gran éxito.
PARA QUE NO ME OLVIDES es, quizás, el más conocido.
Óscar Castro permaneció durante 65 años allí, solo, con una puerta abierta esperando a la mujer que inspiró ese poema.
Desde hace un año y tres meses meses ella lo acompaña allá, en su lecho inmortal.
Isolda Pradel, su mujer y su musa, desde entonces, está con él.
Arriba de la tumba de ambos, y rodeando parte del espacio aquel, hay una parra. 
Tiene uvas negras, quizás para simbolizar la vida triste de Castro.
El jueves 6 de marzo pasado sentí más profundamente la presencia del vate.
En diciembre de 2012 cuando acompañé el entierro de Isolda Pradel el aire me pareció distinto.
Música y canto y discursos de descendientes y amigos recordaron a la tierna Isolda.
La música y el canto hablaban desde el corazón eterno del vate.
Poca gente hubo en su despedida, pero si muchas lágrimas.
Este 6 de marzo yo rememoré todo ello.
Me quedé saludando al poeta y a su musa.
Es mi característica ir a las tumbas de los grandes hombres y mujeres y decirles algo en forma callada.
Suelo visitar, de vez en vez, las tumbas de los grandes.
Tantos maravillosos hombres y mujeres, que tocan nuestro sentimiento.
A ellos yo no los veo muertos.
Yo sé que siguen viviendo en el corazón de todos los chilenos y los hombres de muchos países.
PARA QUE NO ME OLVIDES...escribiste un día poeta...
Palabras para Isolda Pradel, pero que han pasado a ser propiedad de millones de mujeres.
Y de los hombres que sienten que tu poesía cabalga como un bello espejismo hacia espacios siderales.
No se te olvida Óscar Castro.
Eres eterno. 
Eres esa luz que se irradia desde el cielo nerudiano: aquel golpeado por las las estrellas que tiritan a lo lejos.
José G. Martínez Fernández

ADIÓS GRAN MANDOLINO

Por José G. Martínez Fernández.


Ha muerto un hombre bueno.
Un hombre que caminó ocho décadas por la vida.
Y de esos ochenta años la mayoría los dedicó al espectáculo.
Los primeros años participaba de un grupo musical, Los Flamingos, y según el actor Julio Jung, Mandolino tenía voz afinada.
El grupo fue conocido a mediados de la década del cincuenta del siglo pasado.Los Flamingos alcanzó notoriedad con el tema Marcianita.
Así empezó en el camino del arte el Gran Mandolino.
Armando Navarrete, que tal es su nombre, saltó luego a la comedia y a través de ella alcanzó celebridad en Chile y en algunos otros países.
Aquí fue bastante conocido en el programa Sábados Gigantes que conducía Don Francisco, donde estuvo durante treinta años.
Algo pasó en el camino entre ambos ya que Mandolino hubo de abandonar el programa.
Eso cuando ya Navarrete había emigrado, junto a don Francisco, a Estados Unidos.
Tras la súbita cesantía el comediante vivió miserias muchas: Hasta dicen que durmió en la calle.
Luego entró a trabajar ocasionalmente en medios norteamericanos. También hizo su papel de comediante en Cruceros y en otros espacios.
Aquí en Chile había vivido una gran tragedia: se le había suicidado un muy joven hijo.
En Estados Unidos tuvo otro hijo que, según algunas informaciones, fue catalogado como niño genio en el campo del saber.
Triunfos y sufrimientos marcaron la vida de este gran comediante.
Su muerte fue en Tegucigalpa, la capital de Honduras, donde trabajaba en forma estable para un canal de televisión.
Le falló el corazón, ese que poseía tanta sencillez y bondad, porque los que conocieron a Navarrete lo cuentan así.
Y uno, frente a la pantalla, también lo sintió de esa manera.
Y en sus actuaciones, marcadas por un humor blanco, siempre hubo un hito de humanismo, al igual como cuando concedía sus entrevistas.
Mucha, mucha humanidad, tenía Mandolino.
Describirlo como un gran comediante y un gran ser humano es suficiente.
Su hijo Sebastián ha señalado algo que confirma aún más lo que decimos. Expresa: “acompañó a un país en un período muy doloroso de su historia”.
Mandolino se ha ido a sus ocho décadas.
Nos deja con una gran pena.
Esa que se produce cuando un hombre bueno y talentoso se va de este espacio que es la vida que doña natura nos dio.
Los restos de Mandolino deberían volver a Chile.
Buscaba un ciber para mandar esta nota a Patricio Barrios Alday, director de EL PUERTO LIBRE, a los periodistas y amigos Ernesto Olivares Perke y Freddy Torres Oviedo y a otros "jefes" de medios de comunicación, desde la mañana de este domingo entre nublado y soleado de Rancagua, y no conseguía mi objetivo porque se había caído el sistema donde suelo ir aquí cerca y me puse a buscar otros lugares con internet, sin éxito.
Mientras andaba por una y otra calle iba escuchando que muchos hablaban de la muerte del gran comediante.
Una pena mayor recorría a las personas.
¡Con justicia era querido Armando Navarrete, Mandolino!
Ojalá, ahora que han pasado ya cinco horas del término de mi búsqueda, pueda encontrar el espacio desde donde pueda despachar este texto que es mi humilde homenaje al gran artista.
A mí me duele mucho esta muerte. Para mí Mandolino es un recuerdo vivo de nuestra lejana juventud.
NOTA: Al fin encontré un lugar para despachar el artículo. Debieron pasar cinco horas y media.
José G. Martínez Fernández.