miércoles, 16 de mayo de 2007

“Las Manos al Fuego”, la mejor novela negra de los últimos años


José Gai, caricaturista y periodista de vasta trayectoria en medios escritos, entregó su primera novela, “Las Manos al Fuego”. En su debut salió más que airoso. Ya lo había logrado con su refinado y buen sentido del humor en su “Sabor a gol”. Lo mismo con “Ñoñobánez, 20 años de fútbol chileno”. Ahora “despachó” una verdadera joya literaria con una historia apasionante que me leí en dos tandas y evitando toda interrupción. Si la novela es una joya, el último capítulo es una joyaza. Si el libro viniera en blanco, con sólo el capítulo 50 impreso, igual valdría la pena pagar por él.


Sin autorización, pero con el debido respeto, me tomé la libertad de reproducir algunos acápites de la crítica de “El Mercurio” que implacable y rigurosa no trepidó en colmar de elogios a Gai. Aquí van algunos párrafos escogidos:




“Hay que decirlo sin reservas: Las manos al fuego, de José Gai, es la mejor novela negra que se ha escrito en Chile durante mucho tiempo. Compleja, bizantina, bien construida, ambigua, de real calidad literaria - y, en consecuencia, de un estilo que refleja el tono anárquico, poético, a veces subversivo y paranoico de esta clase de ficciones- , la narración es digna heredera de los clásicos norteamericanos que evoca: Highsmith, Chandler, Hammett, Woolrich.”


No es una hazaña menor, sobre todo si consideramos el intrincado argumento, su trasfondo político y el tema de Las manos..., hasta ahora tratado de manera simplista, maniquea. Adrián, el narrador, es un egresado de leyes que trabaja en la oficina de los abogados Ferrer y Gálmez, quienes tramitan casos de derechos humanos como plataforma para escalar posiciones. Dantón Labra, empresario que canaliza dineros del exterior, es secuestrado por la CNI; Ester Alday, la gestora financiera, debe pasar a la clandestinidad, refugiándose en propiedades de la Iglesia. Todo indica que Labra ha sido trasladado a La Serena, de la cual Adrián es oriundo y adonde debe viajar para la investigación y arriesgar su pellejo. Estamos a comienzos de 1983, ante la peor crisis económica de la dictadura y recién se vislumbran señales de oposición al gobierno militar.”


Fiel a sus maestros, Gai deja a muy pocos bien parados, en particular a las damas. En 'Las Manos...' hay tantos giros que incesantemente uno se pregunta quién es quién, con qué cara va a salir en el siguiente capítulo, cuál es su verdadera personalidad. Aparte de los guiños al cine, a cierta música, el autor cita a Balzac, Joyce, Mann, sin pedantería, con total naturalidad”.



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