por Jorge Javier Vergara Nuñez
No al lucro es un llamado del predominio del interés general por sobre la rentabilidad privada.
El lucro ha estado en el meollo de la pelotera dado el problema educacional. Esto que para muchos podría ser una excepción, para nosotros tiene una data bastante más atrás, a lo menos unos 12 a 15 años, cuando se comenzó a tramar en el fútbol profesional chileno la llegada de las SADP, fuimos una especie de laboratorio. Muchos periodistas o comunicadores, sostuvieron que el lucro que ello incluía no interesaba mayormente y que las SADP nos mostrarían un sistema de administración transparente, eficiente y por cierto muy eficaz a la luz de los resultados netamente deportivos y administrativos, que lo principal era la transparencia, la inversión y que lo demás venía solo.
Algunos los menos opinamos diferente; el lucro y consecuentemente las SADP, son un problema, porque a la larga o a la corta tropiezan definitivamente con lo que esperan los seguidores al futbol en general y los hinchas de los clubes en particular. Clubes sociales y deportivos con infraestructura necesaria y suficiente para dar cobertura a sus fieles y logros deportivos que acrecienten su arraigo.
Quienes a priori validaron el lucro y las SADP, asumieron que la competencia por obtener los logros deportivos nacionales e internacionales generaría efectos benéficos a la actividad toda y que día a día tendríamos clubes mas fuertes y poderosos con infraestructura para desarrollar otras disciplinas y aumentar una cobertura pseudo social entre sus adeptos. El club SADP que invierta mas y mejor en formación y gestión en sus deportistas y adeptos predominará, y los logros deportivos acrecentarán su poder de convocatoria. En jerga futbolera las SADP eran “tirar y abrazarse”
A casi una década del marketing de esta pomada, estamos muy lejos de esa quimera prometida. La realidad muestra que la mayoría de las SADP en sus inversiones han sido poco claras, turbias, mediocres y en la mayor de las ocasiones insuficientes, con resultados que están a la vista pero que los medios y los periodistas o comunicadores callan. A nivel de clubes los resultados positivos tan esperados y pregonados han estado ausentes o muy por debajo del antiguo sistema tantas veces vilipendiado. Hoy en día los periodistas o comunicadores partidarios del lucro y las SADP, poco a poco se han ido retirando de los medios y de esa opinión sesgada, totalitaria y optimista que otrora los transformó, en una mezcla de paladines y propagadores de la fe neoliberal en el fútbol.
Si los periodistas o comunicadores se ocultan, las propiciadores de su impactante llegada, algunos aún enquistados al interior de los clubes, como un Efialtes cualquiera, hace rato que están en los sótanos. El lucro no genera la superación anunciada en los clubes, pero sí fraccionamiento entre los que luchan en el campo nacional por salir campeones (los menos, 3 ó 4 a lo sumo) y quienes solo se mantienen y están (los mas). En el campo internacional la cosa es peor, el abismo para alcanzar el éxito de los clubes chilenos frente a sus pares sudamericanos parece ser cada vez mayor.
En la búsqueda de la mayor rentabilidad posible, el inversionista de las SADP exige a sus gerentes priorizar el uso de la infraestructura y recursos existentes de los clubes en “negocios” rápidos de corto plazo y disponer de una vitrina permanente para cada segmento de mercado (clubes compradores y empresarios de jugadores), lo hace atractivos para ese tipo de clientes vip o clientes importantes, sin importar el sentimiento, ni la pasión y menos el anhelo de sus adeptos. Luego acomoda los costos a sus posibilidades de pago y nivela, conforme a esos móviles será el tipo de club que entregará a sus clientes menores (los sufridos hinchas).
En un país como Chile, en donde un club tiene adeptos por su historia deportiva o por cuestiones territoriales y familiares, la popularidad es un factor muy difícil de variar en el corto y mediano plazo para las SADP lo cual implica que esa competencia por invertir en formación de jugadores y/o beneficios a sus adeptos prácticamente no existe. Los grandes con muy poco o nada de inversión marcan un ritmo cansino y aburrido, tampoco están ni ahí con competir internacionalmente, y les basta con gastar algunas monedas en marketing y publicidad a través de los medios -que es otro monopolio a su servicio-, para no sentirse presionados por una afición que hoy adormecida parece priorizar más el éxito de jugadores chilenos en clubes de nivel mundial que otra cosa (salvo la selección).
A este ritmo el fútbol nacional o se estanca o se quedará en el camino. Y en lo que a Colo Colo se refiere, a una distancia cada vez más lejana de lograr una nueva Copa Libertadores
Los clubes chicos existen solo con un criterio de mantenerse o ser parte de esta murga, con la plata de la Tele pagan un plantel a medio morir saltando y su inversión en el club es igual a cero, en realidad sus dueños invierten la nada misma, pero asegurando eso si además de este status social personal, lo que ellos llaman la supervivencia de su negocio, mantener una rentabilidad mínima. O sea, es una variedad en que manda el modelo de negocios y no el proyecto deportivo y menos su correspondiente acápite Social, que parece haberse abandonado definitivamente en la redacción de la ley de SADP. creada por Sebastián Piñera con el gentil auspicio de la Concertación en tiempos de Ricardo Lagos.
Propensos al lucro, aunque hay excepciones, han llegado con las SADP empresarios codiciosos, avaros y hasta inescrupulosos que han desarrollado prácticas comerciales, y de gestión inversas a los más elementales principios del deporte en general y del fútbol profesional en lo particular, como es dar de baja a jugadores lesionados.
Parece increíble que a estas alturas nadie se percate o diga que hace falta una buena regulación que permita mensurar la inversión de las SADP en los clubes. Ello también era válido a fines de los noventa regulando debidamente sus procedimientos, pero en ese entonces, connotados socialistas renovados que estaban en el poder, creyeron más en una solución neoliberal con gestión de los poderosos que, en la democracia de sus bases para gobernarse y administrarse.
Esa regulación debe partir además, de mensurar la supuesta inversión prometida, por controlar el gasto y limitar el lucro, ya que lucro desmedido no aporta a lograr un debido fortalecimiento de las instituciones o clubes, o en beneficio del deporte en nuestra juventud. Finalmente más lejano aún, se vislumbra algún tipo de cobertura de tipo social para con o entre sus adeptos. Por algo será entonces que los principales clubes del mundo no son SADP y se basan en instituciones sin fines de lucro con participación directa de su gente en el devenir de sus clubes.
No es verdad que volver a clubes privados sin fines de lucro y así delimitar el lucro elimine o provoque la indigencia de los clubes profesionales del fútbol chileno, estos antes tampoco fueron fachadas para apropiarse indebidamente de lo ajeno, como nos quisieron hacer creer Piñera y sus ad-lateres a fines de los 90.
Bajo una adecuada norma reguladora y con un control superior independiente y eficaz, un club de fútbol profesional como corporación de derecho privado puede pagar buenas remuneraciones y tener excedentes para re invertir en el mismo club, sin ser una organización con fines de lucro.
Lo son si esos excedentes se reparten entre los dueños como es hoy el caso en las SADP. Es allí cuando se trastornan las prioridades y la búsqueda de las ganancias de los inversores comienza a competir con el fortalecimiento de los clubes.
Lo que está ocurriendo en la gente de Wanderers y otros movimientos en algunos otros clubes, de mostrar su indignación por lo que está sucediendo en sus clubes, constituye la punta del iceberg de un malestar mucho mayor, que se acrecienta cada día más, al comprobar que sus clubes se han transformado para algunos en peldaños de éxitos deportivos individuales que celebran con otras camisetas, posición social o derechamente “lucas” para otros. Sin que la legalidad impuesta les permita influir democráticamente en su club.
Jorge Vergara
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