Por José G. Martínez Fernández.
Sergio Badilla, poeta porteño, en los años ochenta, solía escribirnos cartas desde Suecia, donde se exilió o autoexilió. No sé bien cuál es su historia actual.
Sólo que en los 80 nos escribía y respondíamos a sus cartas, como a muchas otras que nos llegaban de Noruega, Estados Unidos, Holanda, España, República Dominicana, Colombia, Argentina, México y otros países.
Así fue como en algunos de esos países publicaron nuestros poemas (en revistas impresas: aún estaban lejos los sitios web y los blogs).
De los países citados el que más nos publicó los trabajos fue la revista América Joven de Holanda, luego Indianito de Noruega, después publicaciones de México y Colombia.
En República Dominicana parece que no nos publicaron nada, al igual que en España y en Suecia.
Y eso que en Suecia, teníamos, supuestamente varios conocidos y amigos.
Exiliados y autoexiliados se habían olvidado de nosotros en cuanto a publicación de lo nuestro, aunque solían enviarnos conceptuosas cartas por nuestra poesía y por nuestra revista Palabra Escrita.
Era un período difícil. Pinochet tenía diez años en el gobierno y enviar, vía correo, los ejemplares de la revista, significaba un alto desgaste económico para nosotros, que, entonces, sobrevivíamos.
Terminada la dictadura dejamos de recibir cartas y revistas. Parece que su fin fue también el fin de muchas amistades hechas en plena ausencia de democracia.
Ahora nos encontramos con la sorpresa que uno de nuestros interlocutores vía correo, Sergio Badilla, aparece con una crónica en la sección Artes y Letras de El Mercurio (9 de octubre reciente) titulada EL EMOTIVO TESTIMONIO DEL POETA CHILENO SERGIO BADILLA.
En ella Badilla da cuenta de su cercanía con el último Premio Nobel de Literatura, Tomas Transtömer, de Suecia precisamente, donde el poeta chileno se radicó gracias al golpe del 73.
Dice en la crónica: “…conocí, el año 1982, a Tomas Tranströmer, en una lectura a la que fuimos invitados por el Pen Club sueco, en la sala pequeña del Teatro del Drama de Estocolmo. Al saber que yo era chileno me hizo un comentario inmediato, sobre la importancia mundial de Neruda y de inmediato comenzó a recitar parte del poema Walking Around, de Residencia en la Tierra, en sueco. Me sorprendió esa referencia tan cercana y emotiva y su serena humildad para reconocer la admiración que sentía por nuestro poeta nacional”.
Indica luego que él ya conocía poemas del autor sueco en traducción del español Francisco Uriz.
Otro chileno que conoció a Tranströmer fue Omar Pérez Santiago, quien es el autor del artículo central de EL MERCURIO sobre el nuevo Nobel de Literatura, quien lo conoció en “un barrio viejo de Malmö”.
Y, aparte de los citados, hay varios poetas chilenos que lo conocieron. ¿Es tan pequeña Suecia que se conocen todos?
Como se ve el poeta sueco, gracias a los exiliados chilenos, resulta muy conocido para ellos, mas no para la inmensa mayoría de los chilenos.
Bien por los que lo conocieron, mal por los chilenos que seguimos “a pata de burro”…tan lejos de esas cercanías acontecidas en un país pequeño y lejano.
José G. Martínez Fernández
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