DANIEL
ROJAS PACHAS,
EL INTELECTUAL DE VUELO ALTÍSIMO
Por
José G. Martínez
Fernández.
"Ser
o no ser".
Esa
es la cuestión, decía Shakespeare.
En
estos años del siglo veintiuno
Arica tiene la figura de
proyección intelectual más grande del norte chileno.
Se
llama Daniel Rojas Pachas.
Es tal figura por sus enormes conocimientos. Desde muy joven Daniel es profesor universitario y está haciendo, ahora, un doctorado en su profesión: la Literatura.
Pero
Daniel no es sólo un estudioso profundo que puede conmover a la gente al exponer
sobre textos literarios y las materias afines a la literatura en general. Y
hacer crónicas con análisis de obras de los diversos géneros literarios.
Además
-y guiado por lo mismo- es un promotor mayor de la expresión maravillosa que es el
quehacer literario de ayer y de hoy.
Desmenuza con tal facilidad los textos que uno queda boquiabierta ante tanta sabiduría. Obviamente para hacer lo que él hace...hay que ser muy inteligente y Daniel Rojas Pachas lo es.
Y,
aparte de enseñar literatura en la Universidad y fuera de ella, aparte de difundir a
centenares de autores, Daniel es un creador. Un poeta y un narrador.
Un
poeta distinto diría yo. Un rupturista que no se acompleja de escribir con furia
cuando ello lo exige. Pablo de
Rokha y Carlos Droguett
estarían felices de haberle conocido.
También
mi amigo Franko Melo, el poeta que se fue con autorización propia de este mundo,
a los 24 años, se habría maravillado con la estatura intelectual de
Daniel.
El
norte de Chile ha contado con
algunos maestros señeros de
la palabra: Mario Bahamonde, Nefatlí Agrella,
Andrés Sabella, Víctor Domingo
Silva, Óscar Hahn, Alicia Galaz, Luis Araya Novoa y otros pocos... pero no todos fueron
"maestros totales"...
No
todos tocaron varios instrumentos. Daniel, si bien no toca todos, si toca
muchos.
Esta
no es una apología de Daniel Rojas Pachas. Es un esquema o perfil reducido de un joven maestro
de las letras y de un creador:
aún Daniel no cumple tres décadas y llegar a los treinta con tantos talentos,
inteligencias y trabajos lo hacen digno expositor de que la literatura chilena nortina pueda
tener, al fin, un gran, gran, reflejo del arte hermoso de la palabra.
Daniel
no merecía esta apología. Para
nada. Él sólo se basta...su trayectoria lo avala. Vaya a GOOGLE y vea todo lo que es y ha
hecho.
Un
símbolo mayor que no puede quedarse en este espacio que es el norte chileno, que debe trascender
más allá de esta geografía, que ha de proyectarse a Chile entero y más
allá...
Daniel
se lo merece porque el norte de Chile necesitaba a un joven como él.
Y el norte
ha de tener en él un motivo de
orgullo.
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