ADUANA CHACALLUTA-CHILE 1: UNA FUNCIONARIA TORPE E IGNORANTE
Por José G. Martínez Fernández.
Éste es el primero de tres artículos sobre hechos acontecidos el mediodía del viernes 07 de este mes de noviembre de 2014 en la Aduana Chacalluta, la que realiza el control fronterizo terrestre de traslado de mercaderías desde el Perú a nuestro país.
Es decir, es parte de este lindo país -llamado Chile- con vista al mar y a la miseria.
Estos artículos hablan de la ignorancia y torpeza de una funcionaria de tal servicio (éste); de la incapacidad y violencia verbal de otro sujeto de ese servicio (próximo artículo) y de otros sucesos acontecidos ese día (tercer artículo).
De los demás funcionarios no puedo criticar nada, porque actuaron con altura de miras y con respeto.
Al pasar por la máquina controladora mis dos maletines, una funcionaria, un tanto gordita y de baja estatura, me hizo abrir ambos para sacarme… ¿saben qué?
Cuarenta y cinco, sí, sólo cuarenta y cinco ejemplares de tres números de la revista de poesía PALABRA ESCRITA, que, según ella, debían pagar impuestos…
Traía en los maletines quince ejemplares por cada número.
¿Se dan cuenta de tal aberración?
De cada ejemplar la Biblioteca Nacional de Chile se lleva, por obligación y sin pagar un peso, justamente, quince ejemplares de cada una.
Es decir que la cantidad de ejemplares equivale a todo lo que la Biblioteca Nacional de Chile.
Es decir que uno, aparte de hacer el depósito -REGALO- por esos libros, debe pagar dinero.
Un número (el 61) estaba dedicado a los poetas rusos modernos; otro (el 62) a los grandes poetas universales de hoy y el tercero (63) era un homenaje, en su 110 (Julio de 2014) al nacimiento de Pablo Neruda.
La funcionaria -haciendo muestra de su ignorancia- sólo conocía a Neruda; de los rusos a Alexander Pushkin no lo conocía ni por la canción a Natalie en que se habla de la plaza de Pushkin, y tampoco sabía de Esenin ni de Evtuchenko.
Eso es perdonable, al menos.
En lo que respecta a los actuales poetas de celebridad global no sabía ni siquiera de Raúl Zurita…qué vergüenza…Eso si que era el colmo… ¿Qué dirá Zurita de esto? ¿Sabría entonces algo de Boccanera, de Óscar Hahn, de Rafael Rubio, etc.?
Eso sólo para hablar de los presentes.
Nadie pretende que la mujer -de una lista de mil poetas, por ejemplo- conozca a cincuenta.
Pero, por favor, al menos que sepa de diez… Es decir del 1%.
Estaba frente a una mujer que no era capaz de hilvanar ni siquiera bien nuestro rico idioma cervantino.
Había otros tres funcionarios que estaban atrás y que se mostraban ajenos a esta actitud burda e incomprensible de la mujer, mirando con preocupación el quehacer de la mujer.
Le di muchas explicaciones -en las publicaciones estaba mi nombre como seleccionador y director-; pero no entendía.
PALABRA ESCRITA apenas vende poquísimos ejemplares. Se regala una parte y la otra se guarda por si algún día -cuando abramos nuestro local de libros- se puedan vender algunas al muy bajo precio que tenemos por ellas.
Nuestro objetivo no es comercial, nuestro objetivo es tratar de mantener la tradición de la publicación en papel.
Para las otras publicaciones tenemos internet.
Pero esta mujer -gorda y de baja estatura, repito- no entendió nuestras palabras, ni supo mirar bien nuestras publicaciones.
No supo entender absolutamente nada.
Imbuida en su pobreza intelectual no daba una con otra.
Era simplemente el signo de nuestra mala vieja educación.
Una vulgaridad.
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