-¿Por qué en Chile ha existido de siempre el Servicio Militar Obligatorio y no un Servicio Social Obligatorio?
Aplaudo la iniciativa de intentar cumplir con el Servicio Militar sólo en forma voluntaria, pero celebraría de la misma manera si se crease una instancia de Servicio Público.
-Me pregunto por qué los héroes y “padres de la Patria” a quienes rendimos tributo en fechas memorables -y quizás con justa razón- provienen siempre de filas militares o surgen de sucesos bélicos ligados a la lucha por el poder o en defensa de nuestros valores, tras los cuales generalmente hay una causa económica. Me pregunto por qué no tenemos héroes que salgan de las filas de la clase obrera, de los médicos, profesores, deportistas, científicos, intelectuales y de otras áreas en donde no esté presente el aniquilar al enemigo como objetivo.
-Claudio Borghi, entrenador de Colo Colo, el más popular club de fútbol profesional chileno (debo reconocerlo, aunque mi corazón está con el “Ever for ever”), es quizás el “Ultimo romántico” (qué lugar común) de esta actividad en donde, generalmente, los jugadores salen a la cancha a sufrir más que a disfrutar. El ex jugador (alguna vez fue considerado el sucesor de su compatriota Diego Maradona) ha intentado devolverle al balompié su condición de JUEGO. Un juego, aunque suene redundante, es para JUGAR. Y jugar tiene como fin el DIVERTIRSE. Aplaudo la consecuencia que ha mostrado “El Bichi”, envidiado por muchos de mis compatriotas entrenadores. La alegría de jugar es algo que se estaba perdiendo y Borghi, al menos en Colo Colo, ha luchado por reencontrarla. Ha tenido suerte, pues cuenta con un grupo de jugadores que afinan en el mismo tono. Aparte, el director técnico de Colo Colo ha mostrado desde sus tiempos de jugador, un alto sentido del humor y un poco común sentido común. Un ser humano puede perder cualquiera de sus cinco sentidos y podrá sobrevivir. Pero si pierde el sentido común o el sentido del humor, yo diría que va a deambular por la vida como un zombie. ¡No te mueras nunca “Bichi”!.
-Hasta hace algunas décadas, cuando en Chile se intentaba mantener la cultura en alto y parte de los medios de comunicación colaboraban con ello, las “cortinas de humo” servían para ocultar problemas mayores. Ahora, con la farándula por delante, el supuesto affaire Coté López-Mauricio Pinilla, ha servido para bajar la presión del supuesto adulterio de Cecilia Bolocco con aquel afortunado italiano chanta.
-Los intentillos del Gobierno por hacer algo por la cultura chilena (creación del Ministerio de la Cultura, celebración del Día de la Cultura, etc), parecen insignificantes ante el avance del monstruo de la oscuridad que comenzó con la dictadura militar en Chile y que parece haber crecido a niveles increíbles. Al sistema denominado “economía social de libre mercado”, que no es otra cosa que lo mismo de siempre con distinta etiqueta, no le conviene que haya ciudadanos pensantes. De ahí que los medios –de oposición y de Gobierno- han coincidido en seguir fomentando el proceso de “imbecilización de las masas”. Para ello cuenta con “reality shows” y con un ejército de de personas útiles. Estas, yo diría, son más víctimas que cómplices del derrame de estupidez que se esparce por Chile. Nuestros líderes de opinión ya no son aquellos intelectuales con gran dialéctica y un contundente currículo. Nuestros seres pensantes ahora son la Carlita Ochoa, La Pamela Díaz, las mellizas Campos, los Bonvallet, Patricia Maldonado y un ejército de “modelos” siliconadas y rápidas que se florea ante los micrófonos de programas destinados a hipnotizar a nuestros compatriotas. Hasta Pamela Jiles, quien por años luchó en al otro lado de la barricada, decidió sumarse al lado oscuro. En todo caso, el mayor pecado lo cometen los medios de comunicación más cercanos al Gobierno, que por un asunto de sintonía han caído en el mismo juego. Cuento aparte es el canal de televisión de la Pontificia Universidad Católica, el cual sin ningún pudor y lejos de las encíclicas vaticanas, comparte méritos con los medios de comunicación que tienen como finalidad bajar el coeficiente intelectual de muestra sufrida población.
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