jueves, 2 de agosto de 2007

El Despreciable del Mes de Julio

El fútbol Chileno


Nota: Como una excepción y en forma extraordinaria, el Honorable Consejo que determina el premio a “El Despreciable del Mes” decidió en esta oportunidad otorgar la distinción al o los responsables de que parte importante del fútbol chileno esté siempre, de alguna manera u otra, involucrado en el escándalo, la trampa y la ordinariez.

En esta oportunidad los debates del Honorable Consejo, que se reúne en forma mensual para otorgar la distinción a “El Despreciable del Mes”, se prolongaron por cerca de seis horas. Durante ese tiempo, que pareció una eternidad, se barajó un sinfín de nombres: “El Peluche” Dueñas y su siliconada esposa; la Quenita Larraín, quien tratando de parecer sesuda (¿Con qué ropa?) recurrió a una manida frase acuñada en el tiempo de los Hippies (Hagan el amor y no la guerra) para apaciguar las disputas limítrofes entre Perú y Chile (ella está trabajando en el vecino país y necesita congraciarse); a quienes están manejando y sacando provecho de la huelga en Codelco); etc, etc, etc.

Sin embargo, el Consejo decidió (creo que bajo la influencia del alcohol y de sospechosos cigarrillos) otorgar un premio “colegiado”. Esto es el título de Julio no va para una persona específica, sino para el o los responsables de que una parte importante del fútbol chileno esté involucrado siempre en escándalos, trampas y ordinariez.

En esta oportunidad no vamos a transcribir parte de los debates como solemos hacerlo, pues éstos son interminables. El fundamento de la decisión ya parte con aquel escándalos de la falsificación de pasaportes para el Campeonato Sudamericano Juvenil de Paysandúen 1979 (con el fin de alterar las edades), que ocurrió durante la Dictadura y cuando la Asociación Nacional de Fútbol (Asociación Central se llamaba entonces), era dirigida por un General de Carabineros. El entrenador del cuadro juvenil era Pedro García.

No nos olvidemos del “Maracanazo”, cuando el golero Roberto Rojas simuló una lesión inexistente autoinfiriéndose un corte con el fin de suspender el partido por supuesta agresión de una espectadora. La Intención era ganar por secretaría y asistir al Mundial de Fútbol de Estados Unidos. Obviamente el arquero chileno no fue el único involucrado en el tongo y la FIFA aplicó castigos incluyendo al propio Presidente de la ANFP Sergio Stoppel.

Varios años antes, en 1966, con motivo de la asistencia de Chile al Mundial de Inglaterra, hubo un escándalo que consistió en la pérdida de valiosos relojes en una tienda de un aeropuerto donde ciertos jugadores “vitrineaban”. El hecho fue acallado y archivado sin que trascendiera.

Los árbitros no han estado ajenos. En 1978 hubo un escándalo que se acalló debido a que el principal involucrado en el manejo de resultados para obtener premios en la “Polla Gol" amenazó con suicidarse si se daba a conocer el delito (Ver el libro “Historias Secretas del Fútbol Chileno de los periodistas Luis Urrutia y Juan Cristóbal Guarello).

Lo ocurrido en Venezuela este año (borrachera, violencia y acoso sexual de parte de jugadores de la selección adulta) y Canadá (enfrentamiento de jugadores sub-20 con la policía, lo que gatilló la acción racista y desmedida de los uniformados norteamericanos) constituyen sólo dos eslabones más en la ordinaria cadena de hechos deleznables de cierto sector del fútbol chileno.

Quizás la frase más acertada en el debate por decidir el otorgamiento del premio la pronunció “Comegatos” ya en medio de su euforia etílica: “No tiene la culpa el chancho, sino quien le da el afrecho”. Y a continuación agregó: “¿Hubiese pasado todo esto en la Selección Adulta con Pellegrini o Salah como entrenador?"

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