sábado, 7 de febrero de 2009

Adiós a Pin Pon



Jorge Guerra era un ser superior

No era mi amigo. Tampoco estoy en condiciones de pretender considerarme uno de sus conocidos. Lo cierto es que sólo una vez tuve la oportunidad de cruzar algunas frases, más bien protocolares, con él. Fue hace algunos años en los pasillos de la Radio Nuevo Mundo en donde yo trabajaba. El esperaba para ser entrevistado en un programa vespertino.
No era mi amigo, pero lo sentí muy cercano, como a un hermano. Y en aquella oportunidad pude observar una sombra de amargura en su rostro. No era esa pesadumbre ególatra de quien no ha sido reconocido en su propio país por sus méritos; tampoco porque su popular personaje infantil, Pin Pon, prácticamente había sido desterrado de la historia de la televisión chilena (pero no de nuestra memoria); menos, porque ya no era la figura estelar de la pantalla chica.
Creo que lo que vi en el rostro de Jorge Guerra fue la amargura de saber que íbamos cayendo irremediablemente a un abismo en cuyo fondo reina la ignorancia; que el advenimiento de la democracia no había sido suficiente para eliminar el germen de la dictadura; que el contagio maligno seguía creciendo y arrasando valores, talentos, conocimiento, reflexión, búsqueda, cuestionamiento y solidaridad, entre otros tesoros perdidos.
Sin embargo Guerra no claudicó. Perseveró y luchó. “¿Por qué me tengo que ir de nuevo del país si éste es mi país?” , dijo luego de un interrumpido intento de regresar con Pin Pon a la TV y ser estafado por inescrupulosos.
Jorge Guerra (1942-2009) comenzó su romance con el arte a temprana edad. A los 16 años entró a estudiar pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero la llamada de la actuación fue más fuerte y en 1960 creó su inolvidable y clásico Pin Pon, un personaje que ha marcado un antes y un después en la historia de la televisión chilena. En esos programas aplicó sus conocimientos de dibujo y artes manuales y comenzó a entregar valores positivos a los niños y yo diría que hasta a los adultos. Eran tiempos en que la televisión pretendía ser decente, orientadora y constituirse en un real aporte para la cultura popular.
Valentín Trujillo -con su piano- fue su fiel escudero en la cruzada. De Canal 13 pasó a Televisión Nacional hasta que debió emigrar debido a los problemas que tuvo con la dictadura militar. Entre sus anécdotas Guerra contaba que Pin Pon fue el único programa que se grababa con la presencia de uniformados armados y con bala pasada en el estudio. “Cuando yo alzaba la vista para decir 'Amigo Valentín', en el techo del canal había un boquete abierto en el que había un soldado apuntándome para abajo. No era muy agradable", declaró. (ver su sitio oficial: http://www.pinpon.cl/)
Durante su exilio estuvo en Perú y Ecuador en donde transmitió sus enseñanzas, hasta que decidió instalarse en Cuba. El gobierno de la isla lo nombró director artístico en la televisión del país. También recibió la medalla "Raúl Gómez García" de la Cultura, premio a la trayectoria el que se otorgó por primera vez un extranjero.
A su regreso a Chile su programa volvió a la pantalla chica, pero problemas contractuales detonaron su salida. Estuvo a punto de abandonar Chile, pero tomó la decisión de quedarse: "Me dije sea como sea, este es mi país y no me voy a ir, porque no puede ser que haya tenido que hacerlo, primero por una dictadura, y luego por unos estafadores en democracia".
Chile hoy lo llora, aunque en vida el país no supo retribuir lo que él hizo por su infancia. Hoy, lamentablemente, imperan otros “valores”: La ley del mercado, la “libre” competencia, la lucha por la sintonía fácil, el individualismo, el caño y la silicona, la banalidad de los realities shows, la opinología de tercera clase y el culto a la estupidez.
¡Cómo te extrañamos Jorge Guerra-Pin Pon!
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