Por Sergio Campos, periodista
Columna de opinión publicada en el sitio Internet de Radio Cooperativa, de Chile.
El miércoles 27 de agosto de 1980 se me apareció en la mente cuando supe la noticia del procesamiento de 6 sujetos vinculados al régimen militar, por el asesinato del Presidente constitucional de Chile (1964-1970) Eduardo Frei Montalva. El líder democratacristiano sería protagonista de una protesta de grandes proporciones en el Teatro Caupolicán de Santiago. Contra un plebiscito que pretendía otorgarle legitimidad a la dictadura, mediante la aprobación por secretaría de una Constitución fabricada entre gallos y medianoche.
Esa tarde desde temprano el recinto de calle San Diego fue rodeado por policías uniformados y de la policía secreta, para intimidar a los chilenos que se atrevieran a desafiar las pretensiones autoritarias, de una consulta ciudadana al más puro estilo de las dictaduras más oprobiosas: no habría registros electorales.
Frei había dicho desde Sao Paulo, antes de regresar a Chile, que semejante plebiscito no era más que una maniobra del régimen de facto para perpetuarse en el poder.
Su discurso en el Caupolicán, repleto de chilenos que querían recuperar la democracia, marcó un antes y un después y al mismo tiempo, sin saberlo, Frei Montalva, marcó su sentencia de muerte con la bacteria asesina, que sería diseminada en su cuerpo con una red de complicidad para cometer un crimen “casi perfecto”.
Después de 27 años se nos viene a la memoria la figura del hombre que desafió al dictador a debatir la legitimidad de la convocatoria, en una noche de fervor ciudadano. Ese día trasmitiríamos el discurso a todo el país a través de una red voluntaria de emisoras, ya que el Pro Gran Canciller de la Universidad Católica Jorge Medina negó semejante posibilidad a través de Canal 13.
La Cooperativa tomó sus recaudos y contrató dos líneas telefónicas a la Compañía de Teléfonos de Chile.
Comenzó la transmisión y al poco rato se interrumpió la comunicación por la “línea 1″, pero quedó en al aire la “línea 2″. Rápidamente los agentes de la dictadura detectaron el canal de transmisión y también “lo cortaron”. La radio siguió en el aire, para sorpresa de los censores del régimen que operaban en la impunidad. Eran dos gentiles vecinos que habían puesto sus teléfonos a disposición de la radio, pero al correr de la noche, también fueron detectados y los cortaron uno por uno. Y la radio siguió en el aire.
Lo que no sabían los agentes de seguridad era que la Radio Cooperativa había contactado a otra empresa para transmitir vía microondas, que recién operaba en forma experimental. La transmisión llegó al final sin contratiempos y los chilenos entre el miedo y la esperanza, pudieron escuchar el discurso íntegro, desde el primer acto público masivo, que marcaría una senda para recuperar los valores republicanos, pero que al mismo tiempo, terminaría con la vida del ciudadano Frei Montalva, que se atrevió a desafiar al dictador y los civiles que le acompañaron en la aventura.
El magnicidio ordenado por los dictadores se sumaría a los crímenes contra Orlando Letelier, el Gral. Carlos Prats, Tucapel Jiménez, Bernardo Leighton y su esposa Anita Fresno -quedaron graves en Italia- y tantos otros chilenos, degollados, fusilados sumariamente, lanzados al mar…en fin, en la más grande embestida contra los derechos humanos, que Chile, conoció en su historia.
A Eduardo Frei Montalva le quitó la vida una bacteria asesina, la del terrorismo de Estado. La justicia está diciendo su verdad, después de muchos años. Pero una verdad necesaria.
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