por José G. Martínez Fernández.
Parece que los tribunales de justicia de Chile están integrados por árbitros amateurs. Ni Milton Juica, el nuevo presidente de la Corte Suprema, le pone los cascabeles a los juzgados.
En este país la justicia es un aparato acongojado, envejecido de muy extraño quehacer.
¿En qué país del mundo la justicia demora mucho? En Chile.
¿En qué país del mundo se pierden los exhortos en tribunales? En Chile.
¿En qué país del mundo hay jueces que son amigos incondicionales de los acusados? En Chile.
La justicia en Chile es un ente ciego o, al menos, tuerto.
Esta justicia debe ser denunciada en nuestro país y fuera de nuestro país.
La periodista Alejandra Matus dio un ejemplo de valentía cuando publicó El Libro Negro de la Justicia en Chile. Apenas apareció, los tribunales usaron el método inquisitorio de la requisición de los ejemplares y luego una orden de detención en contra de ella, la que no se alcanzó a cumplir porque Matus emprendió vuelo horas antes que dicha orden se diera.
Argentina la recibió. Allí estas cosas, persecuciones, resultan medievales.
Si Chile tiene una justicia que no es tal, unos tribunales tramitadores, unas resoluciones que lindan en lo cómico o lo perverso, digna es la persona que la denuncia.
Deben existir los tribunales justos. Cuéntense de a uno...Dios mío...¡Cómo es posible que uno de los pueblos de mayor cultura de América aún tenga unos tribunales horrorosos!
Agresores de personas, ladrones de toda clase y hasta asesinos se han visto beneficiados por la vieja y nueva justicia chilena.
Jueces enemigos de la justicia, ambiguos individuos que no analizan bien los casos, hombres bajo cuyos ojos se pierden papeles importantes, documentos claves...
¿En qué país pasa ello? En Chile, amigos, en Chile.
Yo he vivido una experiencia espantosa en un tribunal sureño. Año y medio lidiando. Se ha perdido un documento importante y aún siguen a paso de tortuga su quehacer.
Por ello preparo un libro. Hastiado, como miles de chilenos, que no han recibido justicia a los legales derechos invocados, no queda otro camino.
Libertad de denuncia -aún con toda la desnudez que esos casos exigen- es lo que debe primar en la búsqueda de una sociedad chilena mejor.
José G. Martínez Fernández.
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