viernes, 10 de febrero de 2012

MANUEL GONZÁLES PRADA:

LA INTELIGENCIA DE LA POESÍA SENCILLA

Por José G. Martínez Fernández.

Perú ha tenido pensadores brillantes.
Bástenos pensar en Mariátegui, Haya de la Torre y Gonzáles Prada; pero el país del incario (la más alta de las culturas prehispánicas), ha tenido un innumerable número de grandes poetas.
Pensamos en Vallejo, Eguren, Chocano, Rose, Melgar, Valdelomar, Barreto, Abril, Heraud, Salazar Bondy, Calvo, y tantos, tantos más.
En esos más está Manuel Gonzáles Prada…
Es decir a su tarea de gran pensador, pensador ácrata, se une el talento que tenía para hacer poemas.
La poesía de este enorme intelectual es de una simplicidad total y corresponde a la época en que le tocó vivir. Nació en 1848 y falleció en 1918.
Es decir fue un contemplador de la segunda mitad del siglo XIX y la primera parte del siglo XX.
Sus libros de filosofía –aún muy estudiados- son Páginas Libres y Horas de Lucha. Existe allí la fuerza libertaria que impusieron en su inteligencia los maestros Proudhon, Kropotkine, Bakunin y tantos otros que entregaron su vida a la lucha por la justicia.
Pero, reiteramos, que Gonzáles Prada, al mismo tiempo, fue un poeta. Y reiteramos que su poesía corresponde a la época en que el romanticismo imperaba en nuestra lengua. Allí, en la altura, estaba el gran Bécquer. El maestro Bécquer.
Gonzáles Prada será, entonces, un poeta de esa línea.
Será un aeda que canta con la sencillez de su alma y con la elocuencia de su inteligencia.
RONDEL se llama uno de sus poemas más importantes.

RONDEL

La música del alma ¡cómo suena!
¡En mar y bosque su murmullo vago!
¡Cómo suspende, arroba y enajena!
¡Con qué divino, irresistible halago
aduerme los clamores de la pena!

Desierto de aridez, región inerte.
Sin río ni ave, sin aduar ni palma,
resuena en el silencio de tu muerte
la música del alma.

Dejadme, si a deshoras, sin testigo,
el mudo vuelo de los astros sigo;
que en la nocturna sombra y en la calma,
entre el dormido resbalara de viento.

He allí la arquitectura formada por versos sencillos (así los llamaría el cubano Martí) en RONDEL.
Un poema que, para su tiempo, cumple con los cánones que, por estos lares, se daban ante el desconocimiento rupturista que en Estados Undidos cumplía Whitman y en la Francia de bohemia, alcohol y drogas, hacían Rimbaud, Baudelaire, Verlaine y otros.
De allí que en este poema encontremos palabras muy poco (o nada) usuales en este tiempo, como lo son: ADUERME de ADORMIR, es decir ADORMECER y ADUAR que significaría aquí el conjunto de algo, aldeas de casas o ranchos.
Un poema, aún así, muy sencillo este RONDEL, pero tocado por algunas pocas voces que, en el tiempo en que vivió Gonzáles Prada, fueron de lo más normal.

José G. Martínez Fernández

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