Por José G. Martínez Fernández.
Ha muerto un hombre bueno.
Un hombre que caminó ocho décadas por
la vida.
Y de esos ochenta años la mayoría los
dedicó al espectáculo.
Los primeros años participaba de un
grupo musical, Los Flamingos, y según el actor Julio Jung, Mandolino tenía
voz afinada.
El grupo fue conocido a mediados de la
década del cincuenta del siglo pasado.Los Flamingos
alcanzó notoriedad con el tema Marcianita.
Así empezó en el camino del arte el
Gran Mandolino.
Armando Navarrete, que tal es su
nombre, saltó luego a la comedia y a través de ella alcanzó
celebridad en Chile y en algunos otros países.
Aquí fue bastante conocido en el
programa Sábados Gigantes que conducía Don Francisco, donde estuvo
durante treinta años.
Algo pasó en el camino entre ambos ya
que Mandolino hubo de abandonar el programa.
Eso cuando ya Navarrete había
emigrado, junto a don Francisco, a Estados Unidos.
Tras la súbita cesantía el comediante
vivió miserias muchas: Hasta dicen que durmió en la calle.
Luego entró a trabajar ocasionalmente
en medios norteamericanos. También hizo su papel de comediante en
Cruceros y en otros espacios.
Aquí en Chile había vivido una gran
tragedia: se le había suicidado un muy joven hijo.
En Estados Unidos tuvo otro hijo que,
según algunas informaciones, fue catalogado como niño genio en el
campo del saber.
Triunfos y sufrimientos marcaron la
vida de este gran comediante.
Su muerte fue en Tegucigalpa, la
capital de Honduras, donde trabajaba en forma estable para un canal
de televisión.
Le falló el corazón, ese que poseía
tanta sencillez y bondad, porque los que conocieron a Navarrete lo
cuentan así.
Y uno, frente a la pantalla, también
lo sintió de esa manera.
Y en sus actuaciones, marcadas por un
humor blanco, siempre hubo un hito de humanismo, al igual como cuando
concedía sus entrevistas.
Mucha, mucha humanidad, tenía
Mandolino.
Describirlo como un gran comediante y
un gran ser humano es suficiente.
Su hijo Sebastián ha señalado algo
que confirma aún más lo que decimos. Expresa: “acompañó a un
país en un período muy doloroso de su historia”.
Mandolino se ha ido a sus ocho décadas.
Nos deja con una gran pena.
Esa que se produce cuando un hombre
bueno y talentoso se va de este espacio que es la vida que doña
natura nos dio.
Los restos de Mandolino deberían
volver a Chile.
Buscaba un ciber para mandar esta nota
a Patricio Barrios Alday, director de EL PUERTO LIBRE, a los periodistas
y amigos Ernesto Olivares Perke y Freddy Torres Oviedo y a otros
"jefes" de medios de comunicación, desde la mañana de este domingo entre
nublado y soleado de Rancagua, y no conseguía mi objetivo porque se
había caído el sistema
donde suelo ir aquí cerca y me puse a buscar otros lugares con
internet, sin éxito.
Mientras andaba por una y otra calle
iba escuchando que muchos hablaban de la muerte del gran comediante.
Una pena mayor recorría a las
personas.
¡Con justicia era querido Armando
Navarrete, Mandolino!
Ojalá, ahora que han pasado ya cinco horas del término de mi búsqueda, pueda encontrar el espacio desde
donde pueda despachar este texto que es mi humilde homenaje al gran
artista.
A mí me duele mucho esta muerte. Para
mí Mandolino es un recuerdo vivo de nuestra lejana juventud.
NOTA: Al fin encontré un lugar para despachar el artículo. Debieron pasar cinco horas y media.
José G. Martínez Fernández.
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