domingo, 26 de enero de 2014

“¡Sean Patriotas, pero No Ladrones!”

Por José G. Martínez Fernández.



La frase la pronunció el poeta Roberto Meza Fuentes, contra la horda fascistoide que atacó la Federación de Estudiantes en 1920, donde un grupo de jóvenes fue violentado por el exacerbado patriotismo impuesto por el gobierno.


Conocí a Roberto Meza Fuentes cuando se dejaba caer de sorpresa en la redacción de LAS ÚLTIMAS NOTICIAS. Gordo, bajo y calvo. Era el año 1975. Yo sabía algo de él: en textos de estudio de enseñanza básica solían aparecer sus poemas. Así su nombre entró en mi memoria de niño.
Años después un poeta de mediana valía en Arica, hoy desaparecido, me habló del asalto a la Federación de Estudiantes de Chile. Era ese poeta ariqueño un hombre muy solidario: invitaba a la casa a compartir comida y bebida. Su mujer, una mujer del pueblo, tenía la mesa siempre dispuesta. Y si tenía espacio en su casa solía dar alojamiento allí.
De su boca supe de la barbaridad aquella y de los hombres que, envueltos en la bandera roja y negra del anarquismo, vivieron la pesadilla de la persecución bajo el gobierno del sátrapa Juan Luis Sanfuentes, entonces gobernante de este país.
Hoy, en el magnífico libro de Carmen Soria, “Letras Anarquistas”, descubro más del accionar de aquellos valientes que tuvieron un mártir, un poeta: José Domingo Gómez Rojas, y varios luchadores sociales destacados: Juan Gandulfo, Santiago Labarca, González Vera, Meza Fuentes, entre otros.
Cuando los cobardones asaltaron la sede estudiantil universitaria golpearon a esos valientes defensores de la Casa de la Federación estudiantil.
Destruyeron todo lo que encontraron y robaron. Fue allí cuando el poeta Roberto Meza Fuentes les gritó: “¡SEAN PATRIOTAS, PERO NO LADRONES!”.
Yo no sé que tendrían de patriotas esa “manga” de imbéciles que, por una imaginaria invasión peruana, habían atacado la sede direccional de la Federación de Estudiantes, la cual había acusado al gobierno por tal montaje. Todos los líderes estudiantiles de entonces fueron basureados e injuriados por los asaltantes, al igual como lo hizo casi toda la prensa de la época.
A comienzos de 1976 el Embajador de Venezuela en Chile, de apellido Arellano, invitó a un grupo de escritores nacionales a su sede diplomática a un cóctel para compartir con el poeta de su país Juan Liscano.
Fue entonces cuando tuve un diálogo con Roberto Meza Fuentes. Me invitó a su casa, pero nunca fui. Hubiese sido interesante –en plena época pinochetista- haber conversado con don Roberto y haberle preguntado más sobre aquel suceso de 1920 cuando Chile ardía bajo dos banderas que se disputaban la presidencia: la del “Cielito lindo” de Arturo Alessandri Palma, candidato que enarbolaba la de la supuesta futura justicia social y la más reaccionaria: la de Barros Borgoño.
Habían otros candidatos, pero sin opciones. Ya se sabe que triunfó Alessandri.
Los muchachos de la Federación, en su mayoría no estaban con ninguno de ellos. Escépticos, sus banderas eran principalmente ácratas. Tipos inteligentes, cultísimos, miraban desde su estado de rebeldía la insolencia y prepotencia de la autoridad.
Era la época joven del gran dramaturgo Antonio Acevedo Hernández quien, al ver el enorme caudal de gente que reunió el entierro de Gómez Rojas, dijo algo así como: “una vez sepultados los luchadores, el pueblo olvida a sus héroes”.
Ello me recuerda el semiolvido a que ha entrado Luciano Cruz Aguayo, líder revolucionario chileno muerto en agosto de 1971 en forma, al parecer, accidental. El funeral de Luciano Cruz fue el más grande que hubo en Chile en los años setenta.
Me hubiera gustado, también, haberle preguntado a Roberto Meza Fuentes lo siguiente: ¿Por qué después se “enrieló” en los espacios del Poder? Había sido Embajador en Ecuador y no sé qué otros puestos ocuparía.
La imagen que tengo de don Roberto (a cuya vida y poesía dediqué, junto a González-Urízar, un artículo hace pocos meses) es la de un hombre sereno, buen conversador. Un hombre íntegro.
No puedo imaginar que haya sido golpeado por el grupo de atracadores que asaltaron la Federación de Estudiantes, al igual que sus compañeros. Pero así ocurrió. Gandulfo y
González Vera fueron, literalmente, “masacrados”.
Gracias al libro de la bellísima Carmen Soria he sabido más de Meza Fuentes y me ha gustado ese grito que dio cuando vio que los bandidos que atacaron la Federación sustraían objetos.
Lo reitero:
“¡SEAN PATRIOTAS, PERO NO LADRONES!”
Aunque en claro quiero dejar que el patriotismo exacerbado es una acción vulgar, y que lo de ladrones es tan obvio porque existen desde los más bajos niveles sociales hasta los más elevados e incluso abarca espacios de la administración pública hasta hoy.
Los “sostenedores del orden” mostraron, entonces, indiferencia y odio (injurias y golpes) contra los “amigos del caos”, según la burda terminología que el aparato político-estatal y los diccionarios convencionales han aplicado a los que plantean la lucha social en forma más radical.

FUENTES:
“Palabra Escrita”, revista de poesía, número dedicado a Gómez Rojas. Textos y selección de poemas: José G. Martínez Fernández.
“Letras Anarquistas”, libro de Carmen Soria. Artículos de Manuel Rojas y José Santos González Vera.
“De Martí a Chiapas”, libro de Luis Vitale.
“¡Anarquistas! Sus hombres, sus ideas, sus luchas”, libro inédito de José G. Martínez Fernández.
“Vidas Mínimas”, libro de José Santos González Vera.

NOTA: Este artículo lo escribí y se publicó en varios medios digitales el año 2008. Ahora lo estoy enviando a medios que entonces no existían o en los cuales yo no colaboraba. La razón de ello es lo que ocurrirá con la resolución de LA HAYA en las próximas horas. El texto es un testimonio contra el patrioterismo vulgar manifestado por algunas personas y que tanto mal le hacen a los seres humanos.

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