jueves, 18 de febrero de 2010

La Recta Provincia

LA CULTURA DEL HORROR
Por Antonio Gil
(columna de opinión publicada en el diario Las Ultimas Noticias, de Chile el 17 de febrero de 2010)

En un importante contingente de nuestros amigos vinculados al mundo del arte y las expresiones culturales, cunde un intenso desasosiego.
Ellos intuyen, horrorizados, que el gobierno de Sebastián Piñera traerá, en el campo de la cultura, una era de profunda obscuridad; una fría sombra, como de higuera, se cernirá sobre Chile. Esa nueva edad de piedra, según ellos, estará dominada por carnavales en Valparaíso, batucadas, pasacalles, mimos, pantomimas, e incluso hablan de la visita de ciertas gigantescas marionetas manejadas con grúas y acompañadas de desmesurados buzos tragadores de niñas; toda laya de embelecos llegados de ultramar para adormecer a las masas trabajadoras y sus susceptible proles.
Imaginan, estos buenos muchachos, con la boca seca, un Fondart que financiará obras de teatro dedicadas a denostar y a ridiculizar a nuestro héroe Arturo Prat. Entrevén oportunistas conciertos catatónicos de Sol y Lluvia y tiemblan imaginando a Quelentaro y su optimismo tan contagioso tomándose los escenarios de la dulce patria, a falta de panoramas más melancólicos. “La derecha no tiene agenda cultural”, nos argumentan entre pucheros, mientras profetizan que Luciano Cruz-Coke seguramente va a querer improvisar somníferas jornadas veraniegas de algo que podría llamarse Teatro a Mil o Cine en su Barrio.
Intuyen que la televisión se convertirá en un asco, con programas tan estrafalarios como sus nombres: Yingo, Yango, Yongo, o algo así. Además, sospechan, con el corazón en la mano, que habrá realities militarizados que podrían llamarse Pelotón, por ejemplo, o Escuadrón, donde se mezclará, en un ensamblaje perfecto, la imbecilidad bioquímicamente pura de los participantes con un olor a pata casi invisible en la pantalla. A esos niveles ha crecido entre nuestros intelectuales la paranoia que los hace tener las más terroríficas pesadillas, en las cuales dan teleseries con vampiros y hombres lobos y se proyecta a toda hora un imaginario de lo más piñerista, con mucho hilo dental entre los glúteos y mucha silicona bamboleante al borde del estallido. Un horizonte de espanto donde no prevalece valor alguno y sólo se privilegiarían las audiencias y la oferta para los auspiciadores.
Todas estas cosas vendrían a borrar de un paraguazo, naturalmente, los inmensos esfuerzos realizados por ellos para dotar a nuestros medios masivos de material de primer nivel y subir a nuestros proscenios gente de gran valía en lo artístico, creadores que ayudan a reafirmar nuestra identidad y a crear conciencia de qué y quiénes somos sobre la faz de la Tierra.
“La derecha no está ni ahí con elevar el nivel espíritual de nuestro pueblo”, gimotean, muy cariacontecidos, mientras nos amenazan con que vendrá un apocalipsis de adaptaciones históricas que son un revoltijo de épocas, al son contagioso de grupos tipo Tomo como Rey. Se nos viene La Noche y, aunque Cruz-Coke tenga una o dos ampolletas más que su antecesora, nos espera una especial de invierno pronuclear. La “ideología dominante” impondrá un tipo de cultura de evasión, destinado a nivelar para abajo, cosa nunca vista en la historia cultural reciente de Chile. Un páramo sin alma que los chilenos no soportarán, un desierto espiritual inventado por el malvado Piñera y sus secuaces.
Antonio Gil (Las Ultimas Noticias)

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