Pese a haber compuesto clásicos de nuestra canción, sigue siendo el más famoso desconocido de la Nueva Canción Chilena.
por Marisol García - 04/02/2010 - 09:14 (Diario La Tercera)
Hace exactos 37 años, también un 4 de febrero, la úlcera que atormentó los últimos años de Rolando Alarcón le provocó un desangramiento que acabó con su vida. La noticia de su muerte causó impacto nacional, como correspondía a una de las figuras más relevantes de la Nueva Canción Chilena y autor de al menos tres clásicos de nuestra canción popular: Si somos americanos, Doña Javiera Carrera y Mi abuela bailó sirilla. Varias radios alteraron su programación como tributo, largas filas acompañaron el féretro y el Presidente Salvador Allende apareció en el funeral.
Resulta llamativo el contraste entre el reconocimiento público de entonces y la escasa conciencia que hoy existe sobre su importancia. Rolando Alarcón. La canción en la noche (Editorial Quimantú) es la primera biografía publicada sobre el cantautor, asumiendo ese injusto olvido. "El título alude a una discografía prácticamente perdida, a pesar de su gran cantidad de éxitos", explica el periodista Manuel Vilches, quien junto al músico Carlos Valladares entrevistó a más de 50 cercanos, para dar cuenta de su prolífico trayecto profesional y calidez humana. "Parece insólito que aún no exista un intento consistente de reconocer su trabajo y su aporte a la música chilena. Un 'modesto profesor primario' como él mismo se definía, que tuvo enormes méritos, pero que nunca fue amigo de los aspavientos".
La de Alarcón fue "una simpleza folclórica de alto valor", como la define Ángel Parra en el libro. Tampoco se ahorran elogios entrevistados como Eduardo Carrasco (Quilapayún), Camilo Fernández y Pedro Messone. Este último, quien popularizó canciones suyas como Niña sube a la lancha, destaca que "sus canciones se han transformado en himnos nacionales, han hecho escuela".
Dieciocho álbumes engrosan una discografía trabajada junto al grupo Cuncumén, la cantante Silvia Urbina (en el dúo Silvia y Rolando) y, sobre todo, como solista. Su cantautoría alternó la observación del paisaje y las costumbres (Mocito que vas remando, Doña Javiera Carrera) con la reflexión social y política. Las viscisitudes de la izquierda internacional de la época quedaron plasmadas en Carta al Ché o La balada de Ho Chi Minh, pero el músico logró sus versos más emocionantes en la alusión al ansia de libertad e igualdad del ciudadano común, como en El hombre (ganadora del Festival de Viña 1970) o la famosa Si somos americanos, más cerca del sentimiento que de la gran proclama.
Esta biografía no esquiva algunas de las principales polémicas en las que se envolvió su trabajo, incluyendo la censura radial de canciones como Se olvidaron de la patria, bajo el gobierno de Frei, y la homofobia al interior de la jerarquía del PC. En su libro de memorias, De lo vivido y lo peleado, Luis Corvalán reconoce "entre mis pecados tengo el de haberme opuesto, en cierta ocasión, al ingreso del partido de un valioso artista por el solo hecho de que era mariquita". Manuel Vilches cree que Alarcón tuvo el talento pero no el ansia de un artista destinado a la gran fama. "Fue un hombre sencillo, un profesor, a quien la denuncia provocadora nunca se le hizo cómoda. Tomó partido por muchas causas, y muy tempranamente, pero no era lo suyo la provocación ni la pose de vanguardia. Además, fue un hombre muy transversal en sus amistades, poco dogmático". La detallada biografía, hoy en librerías, es un tributo a esa inusual combinación de grandeza y simplicidad.
Marisol García, del diario La Tercera, de Chile.
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