Por Antonio Loma Osorio (Desde Miami)
Me acuerdo de una clase de Opinión Pública en la Andrés Bello. El profesor, un tipo bastante mediocre y con unos aires de grandeza insoportables, nos lanzaba la pregunta: "¿Qué es ser chileno? porque algunos se sienten chilenos porque les gusta tener un Metro moderno"...
Ser chileno. Curiosa interrogante. Yo vivo fuera del país hace tiempo y quien me conoce sabe que mi postura frente a varios elementos distintivos de la chilenidad no es de las mejores.
Me carga la cazuela, el charquicán y las caldúas. No soporto el Festival. Me enferma que se hagan chistes con maricones a cada rato y que el machismo se salga por los poros con actitudes tan idiotas como ofender a alguien diciéndole "Y a tu hermana le gusta tal cosa..." (a todo esto, en realidad, me sentiría más ofendido si a mi hermana no le gustara tal o cual cosa).
Sigo: encuentro enfermos de malos al Mati Fernández y al Niño Maravilla. Considero que Massú fue solamente un tenista del montón y les aseguro que el famoso salto del caballo "Huaso" con su jinete Larraguibel no le importa a nadie que viva más allá de Arica.
Lamento desilusionar a algunos, pero el concurso en que la bandera de Chile fue elegida la más bella del mundo jamás se realizó, como tampoco el que galardonó a nuestro Himno Nacional como el segundo mejor, tras La Marsellesa. Es más, esa historia de chauvinismo barato se la han enseñado a cada habitante de América Latina.
Pero ¿saben? Cada vez que abro la ventana del avión y me apronto a aterrizar en Santiago, sé que estoy llegando a casa. Vivo en el extranjero hace más de una década, pero no ha habido un solo segundo en que no esté al tanto de que acá vivo en tierras extrañas.
No me gusta Chile, pero apenas alguien me pregunta de donde soy, mi respuesta instantánea es "De Chile". Con 10 años en Estados Unidos, aún no me nace decir "Soy de acá, de Miami".
Nací y me crié allá abajo, en el Sur del Mundo. Donde el desierto abrasa y la belleza deslumbra. Y por más que mi techo esté lejos de ahí y me vista como me vista, sigo siendo Chileno.
Soy Roto, soy Cuico (sorry, pero no hablaré de peloláis ni flaites ni nada de eso). Soy guarén, soy puerto. Soy el Chino Caszely y soy Leonel. Soy Conce, Talcahuano, Dichato, Pelluhue, Iloca, Constitución y tantos otros rincones.
Ahora, cuando el corazón aprieta y quedan pocas lágrimas por derramar, quiero estar con todos. La puñalada fue artera, pero más fuerte creo yo es el deseo de levantarnos. Lo lograremos, estoy seguro, porque Chile, mi país, mi tierra, se la puede.
¿Qué es ser chileno? Creo que el asunto va más allá de una cazuela o una bandera tricolor. Me parece que se trata de ser incondicional. De sentir un lazo imposible de romper. Que aunque pasen los años, cambien los paisajes y los idiomas, hay un solo lugar en el mundo que puedes llamar "Mi Casa".
Puede que haya mil y una cosas que no vayan conmigo, pero de allá soy y nunca dejará de hinchárseme la cara con una bofetada tan dura como la que hemos vivido.
Fui chileno, soy chileno y moriré chileno y por eso mando 15 millones de abrazos a todos quienes viven y sienten como yo. Animo, que de ésta saldremos.
¡VIVA CHILE!
A. Loma Osorio
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