miércoles, 16 de noviembre de 2011

IRIS FERNÁNDEZ ÁNGEL: TRABAJO Y CREACIÓN POÉTICA

Por José G. Martínez Fernández.
Es lunes. Lunes 7 de noviembre de 2011.
Estoy en La Serena, esta ciudad naturalmente bella, hermosa por su arquitectura entregada por la naturaleza y que, sin embargo, me parece llena de fantasmas escriturales. Por suerte que vine sólo por el día y no por ella, sino por Los Choros, esa zona enclavada entre la Cuarta y Tercera Región: El norte de La Serena es más bello que ella y sus habitantes son mejores personas, me parece.
Aquí entro a internet y prosigo una crónica que empecé en Santiago y que allí concluiré, porque hoy mismo me escapo de las criaturas perversas de esta tierra y vuelvo a la gran suite de la capital.
En el intertanto no he dejado de recordar a mi Arica, polvo, luz y paja, que tiene en sus poetas seres de luz. De luz y de trabajo. En Arica hay poetas importantes. Damas dulces del quehacer artístico del bello verbo.
Si, ahora escribiré sobre una mujer poeta que ha dado a Arica mucho de su tiempo y de su luz, de sus ideales y de sus ambiciones.
Iris Fernández Ángel es así.
Una interesante poeta y una dama que ha trabajado por ayudar a difundir el trabajo creativo de otros.
Una mujer que, por su importancia y su liderazgo, ha sido objeto de críticas justas e injustas.
Toda mujer célebre está destinado a ese mundo feliz-infeliz.
Ella no puede negarse a esa realidad.
Libertaria y triste.
Una poeta que en Arica es una figura valiosa y no sólo en Arica, sino en todo el norte de Chile.
Las creadoras mayores de hoy -en Arica-- se llaman Trinidad Vásquez Ponce, Vanessa Martínez, Patricia Mardones, entre otras.
Iris Fernández Ángel es una dama de la poesía.
Su trabajo de maestra de Literatura habrá dejado un importante trabajo intelectual en las aulas en que enseñó, como lo hizo después como dirigenta de los escritores de esa ciudad.
Hoy su poesía es su mejor ventana.

He aquí uno de sus poemas:

DESTINO

El caballo clavó sus tristes ojos
en mis frías pupilas
mas nada me detuvo.
Alcé el cuchillo y segué su pezuña
como el segador, la espiga.
Fijé mi cruel mirada
en la profundidad de su pupila
mas nada me detuvo.
De un solo tajo, desgajé el casco
rosas rojas se fueron abriendo
hasta llegar al infinito.
El dolor, ardiendo, galopó
por las crines erizadas.
La tusa se elongó en cuatro amplias alas.
El caballo clavó sus ojos abatidos
en mis cuencas vacías de ilusión
y creció, creció, creció.
Siete lenguas inflamaron
mi esqueleto enardecido
y me hicieron flama eterna
condenada por los siglos
a abrevar los sueños del hombre
en el charco del crepúsculo.

Así escribe ella. la fórmula mágica de la poesía no tiene nombre. Sólo luces y esas son las que valen.
Valga ese decir para reiterar la importancia que Iris Fernández Ángel tiene en la poesía del norte chileno.
En estos momentos en que trabajo en nuevas antologías veo su nombre y los nombres de quienes deben, por mérito, ir en ellas.
La poesía del norte chileno tiene fuerza y esa es la que nos entrega esta importante poeta.
Hoy también es lunes. Pero lunes 14 de noviembre de 2011.
Y Santiago está un poco caluroso.
José G. Martínez Fernández

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