Por Fredys Pradena, desde España
Amigos de ahora y de antes, camaradas de siempre:
Les escribo para colarme en la gran fiesta que comienza hoy y todo este fin de semana en Chile.
Casi dudo que tengan tiempo de leerlo por la prisa de comenzar cuanto antes la celebración del Bicentenario.
Yo no voy a comerme una empanada de esas que venden a la entrada de Limache, al horno de barro, grandes, con mucha cebolla, carne picada (no molida), huevo duro y una aceituna negra. Calduitas, que al morderla se te corre el jugo por la pera. Ni tampoco habrá un vaso de vino con chirimoya. Ni cuecas, ni ramadas, ni rodeos. No habrá nada de esas cosas tan lindas, propias de las fiestas dieciocheras, porque elegí estar estar lejos de la Patria. Así de simple. Yo me lo pierdo. Y lo mismo le ocurrirá a Ernesto en California o a Eduardo en Estocolmo, a Mónica en Sión. Probablemente en ataques de nostalgia veremos bailar cuecas, poniendo el Youtube. Ese es el precio.
Pero ustedes amigos están en Chile y sí lo disfrutarán. Por los medios de comunicación sabemos la cantidad de acontecimientos programados. No podía ser de otra manera. Estos 200 años de "Independencia" los vamos a celebrar tirando literalmente la casa por la ventana. Aparte de las ramadas y la parada militar, también habrá a lo largo del territorio actos culturales de todo tipo: fuegos artificiales (Los de Viña del Mar prometen); Revista Naval en Valparaíso y fiestas, muchas fiestas en las calles y en las casas.
Yo no sé si ustedes perciben desde dentro la imagen que Chile tiene en el mundo en este momento. No son más que elogios. Nunca había escuchado tantos piropos. Me da rubor pero ponen a mi país de ejemplo de muchas cosas. Se podría decir que llegamos a los 200 años de vida de la mejor de las maneras. Las macro cifras hablan por sí solas. Récor de exportaciones, nuotro de la Bolsa de Comercio, en venta de autos, etc, etc.
Pareciera todo tan bonito, si no fuera por hay dos cosas que han empañado este año tan trascendental. Primero, el terremoto, que nos dejo el Sur destrozado y aún tiene muy afectada a la gente que se quedó sin nada y a la que no les ha llegado la ayuda prometida. Lo segundo: Los mineros atrapados. Me temo que eso nos puede empañar la fiesta. Y no digo nada del cambio de gobierno, del rocambolesco giro político, porque ahora no toca. Pero si hacer una alusión al hermoso detalle del Presidente Piñera que el domingo irá a la mina de cobre San José, para llevar aliento a esos compatriotas y sus familias.
¡Ay el cobre! Qué tanto nos da y nos quita. Tengamos la completa certeza que sin el cobre no habríamos podido conseguir todo lo que se ha conseguido. Entonces es justo que en esta fiesta nos acordemos que el 16 de Julio de 1971 el Presidente Allende tuvo la valentía de nacionalizar esa riqueza básica. Y ni siquiera el milico asesino se atrevió a devolver las minas a sus antiguos amos. Un brindis entonces por los que han conseguido esta opulenta fiesta chilena. ¡Salud! Viva Chile.
Fredys Pradena
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