sábado, 17 de septiembre de 2011

MAURO GATICA Y SU FAMILY VALUES

Por José G. Martínez Fernández.

Conocí a Mauro Gatica en esas reuniones literarias a las que Rodolfo Kahn me invitaba a su casa de calle Sotomayor, allá en el centro de Arica.
Conversando y conversando advertí que el hombre era un ser culto y un inquisidor sobre lo qué es o sería la poesía (¿alguien sabe realmente que es ese bicho raro llamado poesía?).
Le pregunté si escribía. Claro que escribía, pero al pedirle que me mostrara sus textos me dijo que aún no, que le faltaba…¿Le faltaba qué?

Para mí Mauro Gatica era “un espía de la poesía” que esperaba conocer los textos de los poetas que allí se reunían. Los de Kahn y los restantes participantes.
Su espíritu no parecía crítico. A la inversa. Parecía un personaje que aceptaba el mundo y sus hechos como estaban. Un “adaptado” al sistema imperante.
Ese ocurrió hace sólo pocos años…y ahora, sorpresa, me encuentro que ha publicado su primer libro.

FAMILY VALUES se llama el texto. Publicado recién, este 2011.
En él me encuentro con un Mauro crítico, muy crítico, casi un demoledor, un tractor echado a andar en medio de toda la movilización pública.
Un poeta real y con el lenguaje descarnado con que algunos valores jóvenes de la poesía chilena están haciéndose presentes.
En un libro que, por su lenguaje, marca algunas características especiales, yo lo aplaudo.
Hay valentía en su texto, hay cierto rompimiento lexical. Su mensaje, reitero, es una aplanadora que nos habla de lo podrida que está esta sociedad, en especial la chilena, en que los traficantes de drogas, los grandes especuladores y los grandes demagogos, tienen un gran teatro.
Yo recuerdo que, cuando un comentarista en un medio escrito a nivel nacional, dijo que en mi poesía había valentía, me sentí al otro lado de la muralla porque estábamos en dictadura.

Valentía, repito, hay en la poesía de Gatica.

Hoy, bajo una democracia tutelada, en especial después de la horrenda matriz dictatorial, aún hay ciertas formas de represión: la hipocresía, el cirquillo, el arreglín, etc. Bajo ese esquema esta “violencia poética” me parece válida.
Hoy se necesita esa poesía, al igual que la otra poesía, la sin “garabatos”. Ambas pueden “convivir en paz”; aunque –a veces- el sectarismo de unos poetas encuentren que lo que escriben “los otros” no es “válido”.
La poesía de la denuncia…no sólo en lo social, sino que también en el rompimiento textual, también importa, porque, al fin de cuentas, eso también cae en la ruptura, en la negación del sistema podrido.
Por ello yo le doy al libro FAMILY VALUES el valor que posee en la mayoría de sus escritos.
Mauro Gatica ha partido bien…para ser ése su primer libro…ha partido muy bien…
Y con ese “lenguaje desnudo”, en ese texto al que algunos llaman “groserías”, yo siento que ha ganado ya un espacio importante en la poética nortina reciente…
De todas maneras será el paso del tiempo quien asuma lo más cercano a la verdad, es decir: A encontrar en la poesía lo que realmente es: POESÍA.

La introducción de Tito Manfred es acertada en algunos aspectos, en especial en aquella frase que señala: “Usted, por supuesto, puede hacer la lectura que se le dé la gana”.
Quizás los poetas que nos puedan parecer “groseros” vuelvan algún día a la poesía sin ese “drama”…el “drama de la grosería”.
Podría ser para bien, podría ser para mal. A lo mejor, y sería lo ideal, ambas fórmulas se hicieran presentes en sus obras futuras.
Son autores muy jóvenes. Tienen aún mucho que publicar.
No olvidemos que grandes poetas chilenos –Neruda, de Rokha- usaron muchas veces términos llamados “groseros”, pero, al mismo tiempo, también fueron poetas que escribieron una poesía de “depurado lenguaje” y arcaico a veces.
Valen las diferencias lexicales en un arte –la poesía- que ha de tener miles de definiciones.

Usted –respecto del libro de Mauro Gatica- puede seguir al pie de la letra la sentencia, arriba mencionada, de Tito Manfred:
“Usted, por supuesto, puede hacer la lectura que se le dé la gana”.

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