miércoles, 14 de diciembre de 2011

Pablo de Rokha es Dejado Fuera de los Grandes Poetas


Por José G. Martínez Fernández.
Merecido el Premio Cervantes a Nicanor Parra, el poeta-antipoeta, que escribe una poesía maravillosa, llena de estrellas misericordiosas y alegres a la vez; muy fáciles de digerir y que asemeja, al final, una constelación casi fabularia.
Alguna enseñanza hay en el poeta chillanejo.
Chillán ha sido pródiga en entregarnos grandes hombres y mujeres a Chile. Claudio Arrau, el maestro del piano; Ramón Vinay, el cantor lírico extraordinario; Violeta Parra, cantautora genial, hermana de Nicanor y, fuera del mundo del arte, el Libertador de la patria: Bernardo O’Higgins, admirado precisamente por Parra y por Neruda, Mistral y Pablo de Rokha.
Merecido el Premio Cervantes a Nicanor Parra, repetimos.
Pero en un reciente artículo sobre lo mismo don José Miguel Ibáñez Langlois (Ignacio Valente), quizás el crítico literario chileno de mayor valía después de las muertes de Hernán Díaz Arrieta (Alone) y Ricardo Latcham, ha escrito un artículo sobre lo que llamó “Los Cuatro Grandes de la Poesía”.
Citó a Neruda, a Mistral, a Huidobro y a Parra.
Nadie –reitero- va a negar los méritos del autor de “Poemas y Antipoemas”, “Artefactos”, etc.
Grande Parra.
Pero la astucia de Valente ha sido dejar fuera a Pablo de Rokha.
¿Por qué no hablamos mejor, entonces, de “los cinco o seis grandes de la poesía chilena”?.
Más que astucia Valente ha manifestado desidia, demarcación clarísima, ha querido decir que la obra de Pablo de Rokha no tiene los méritos para estar entre los grandes de nuestra lírica.
En eso sigue el camino de Alone, en eso se acerca a todos aquellos críticos y autores de antologías que durante décadas negaron la valía lírica del gran poeta de Licantén… allá cerca de Curicó.
Dejar a Pablo de Rokha fuera de los grandes bardos chilenos de toda su historia es un insulto a los nuevos estudiosos y admiradores de la poética rokhiana.
Contar los méritos de este poeta es tarea larga, tan larga como son sus principales libros.
Yo siento en el alma el golpe que Valente ha dado a los que admiran la obra del poeta que luchó durante toda su vida contra diversos enemigos –visibles e invisibles- que le hicieron difícil la tarea de difundir su arte.
Él era editor de sus propios libros. Y además su vendedor. Iba de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, recorriendo cantinas, casas, plazas, para ofrecer su “mercadería”.
Harto difícil fue la vida de Pablo de Rokha.
Tras su muerte en 1968 –un suicidio anunciado- se empezó a darle la justa dimensión a su genio creativo.
Bien merecido el Premio Cervantes a Parra, reiteramos otra vez.
Pero, por favor, si queremos hablar de los grandes hitos de la poesía chilena no olvidemos a Pablo de Rokha, maestro insigne, de quien León Felipe, el gran bardo de España, dijo que el chileno era el poeta en lengua hispana más importante del siglo veinte.
José G. Martínez Fernández

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